Es lo que digo yo: Una encerrona extemporánea. Apuntes de la encerrona del ‘Zotoluco’
Treinta años después seguimos huérfanos de héroes en la fiesta brava en México, las grandes hazañas históricas ya no se dan como en el pasado, ahora las gestas y las proezas se fabrican fuera de los ruedos – en los escritorios, en las redacciones – y salvo en muy contadas ocasiones, estas resultan naturales.
Un aplauso para todo aquel que con heroicidad se encierra en una plaza como La México. Mi respeto y admiración.
Pero ante el resultado de ayer no sería bueno engañar a nadie; y el primero que debe saber la verdad —que le aseguro la sabe antes que nadie— es el propio torero.
‘El Zotoluco’ cortó dos orejas pero apenas salvó la tarde in extremis, ya cuando el festejo se había deslizado por un preocupante precipicio de aburrimiento y decepción.
Por Luis Cuesta
Treinta años después de que Eloy Cavazos se encerrara en La México, se volvió a producir una gesta similar. Esta vez protagonizada por ‘El Zotoluco’ que este año cumplió 28 de alternativa y 46 años de edad.
‘El Zotoluco’ se encerró en La México con seis toros, con el objetivo de darle un giro nuevo a su carrera. Para nadie es un misterio que es un torero que atesora cualidades extraordinarias junto a grandes defectos.
Para aquellos que se empeñan en buscar cátedras por oficio, podrán decir que el balance en el número de apéndices no era importante.
Lo cual es ilógico cuando se mata a seis toros.
Porque la realidad fue que algunos aficionados y los “oficiosos” de siempre iban predispuestos a que el torero traspasara a hombros la puerta del encierro, algo que por poco no sucede.
Por eso, ante el pobre balance conseguido, minimizan el corte de apéndices; se inventan cátedras y lecciones de maestría. Una cosa es minimizar el corte de apéndices y otra tratar de vender el festejo como si la encerrona hubiera tenido tintes épicos, lo cual hasta cierto punto resulta artificial y engañoso.
Porque la realidad es que hubo toros para todos los gustos y casi todos para triunfar, que El Zotoluco los aprovechara de desigual manera, eso es otro cantar; sin embargo ‘El Zotoluco’ se mostró toda la tarde experimentado e ilusionado.
Triunfó a su modo y su labor fue meritoria: mejor con los toros blandos corridos en primero y segundo lugar, que con los toros bravos corridos en tercero y quinto lugar.
Todo esto ante una buena entrada que sorprendió a muchos, casi 20 mil almas, tomando en cuenta la poca afluencia que se había registrado durante los últimos cuatro festejos.
‘El Zotoluco’, elegantemente vestido con un terno negro y oro, tuvo una meritoria actuación con su primer toro de la ganadería de Marrón. Un toro con calidad y nobleza que, de haber tenido un poco más de fuerza, hubiera sido un toro muy importante.
El torero le plantó cara sin dudas y lo dominó, en la primera serie, con la mano derecha en el tercio final. El animal entendió el mensaje y a partir de entonces, brilló el toreo largo de un Zotoluco reposado; pero a la mitad de la faena, extrañamente, se perdió y aquello se hizo una faena excesivamente larga.
Hubo algunos buenos muletazos sueltos, pero sin estructura. Mató de un artero bajonazo y todo quedó en una cariñosa ovación.
Su segundo de la ganadería de Javier Garfias, fue un toro de mucha clase en sus embestidas, al que ha toreado correctamente por derechazos y naturales.
El animal se rebosaba en la muleta, mientras el torero se entretenía en dictar toda una lección de técnica que hizo que finalmente la faena no alcanzara un nivel más alto. Demasiado frío, tuvo sus mejores momentos en la parte final de la faena. Mató de otra estocada caída y por petición mayoritaria recibió una oreja.
El público de la Plaza México nuevamente parece olvidar que este tipo de bajonazos emborrona la labor del torero.
No se olvide que los toreros son, ante todo, matadores de toros y no carniceros, dicho sea con todo respeto para la profesión; porque a los carniceros no les piden orejas por muy buenos profesionales que sean.
Los pañuelos hay que guardarlos para faenas más completas en este escenario, señores.
El tercero de Jaral de Peñas de encaste español marcó el principio del final.
Si ‘El Zotoluco’ sigue vigente en los ruedos, no es por su toreo artístico, ha sido por la fama de toreo poderoso y valiente que alcanzó la década pasada, que lo catapultó al sitio de figura.
Y si había un toro ayer con el que la maestría y el poder de ‘El Zotoluco’ tenían que aflorar, era con ese tercero, un toro que de salida acusó otro tipo de comportamiento.
No fue fácil el de Jaral, porque iba y venía sin mucha claridad; pero tampoco era razón suficiente para que justificara la actitud tan precavida por momentos del torero. Estocada caída y descabello.
El cuarto de Montecristo fue el astado más deslucido del encierro. Un toro que embestía con la cabeza muy suelta y tirando derrotes. Otra estocada caída y nada para la historia.
En el quinto, su labor fue muy diferente: el toro de Xajay era bravo, de excepcionales condiciones y exigía una muleta menos violenta y más templada.
Pero ‘El Zotoluco’ pecó por momentos de rapidez y sólo consiguió algunos momentos estimables.
El toro fue de menos a más -como muchos toros importantes de esta ganadería- pero El Zotoluco extrañamente parecía un manojo de nervios y así es muy difícil hacer el buen toreo, a pesar de tener la cabeza llena de cualidades.
‘El Zotoluco’ olvidó el refrán de que ‘las prisas, para los delincuentes y los malos toreros'; dicho sea sin ánimo de ofender.
Lo cierto es que le tocó en suerte un noble y encastado toro para haberle armado un escándalo, pero sólo le pudo cortar una oreja tras un aviso, un golpe de descabello y algunas protestas del público que consideró excesivo el premio.
Mientras que el de Xajay recibió los honores del arrastre lento.
La tarde se cerró con un astado de Fernando de la Mora, que resultó un animal noble, sin peligro; pero que acusó una excesiva mansedumbre y falta de fuerza.
Tras un inicio prometedor, con la muleta el toro se vino abajo y con él los sueños y las ilusiones de que el torero pudiera conseguir un triunfo más holgado. Ante este astado el diestro Guillermo Martínez hizo lo más artístico de la tarde con el capote, al realizar un quite por faroles invertidos.
Contrario al pobre balance artístico, ‘El Zotoluco’ dio la impresión de estar en buenas condiciones físicas y mentales; sin embargo su toreo y técnica han ido perdiendo poder. No tengo ninguna duda de que esta encerrona le ha llegado tarde en su carrera.
En el aspecto ganadero hubo toros bravos y nobles, bien presentados en términos generales, pero se extrañó la emoción y la conjunción que se producen cuando se encuentran un toro encastado y un torero dispuesto hacer el toreo verdad.
Porque el toreo verdad es geometría y entraña más riesgos, porque es más puro. El toreo de bisutería, por el contrario, es aquel en el que se dan muchos pases, pero se torea poco; se alargan las faenas y al final no dice nada.
Es lo que digo yo.