miércoles, 18 de marzo de 2015

RUTA LIBRE: LA LIDIA SE DESPLOMA.

Museo del Palacio Saltillo, Coahuila inaugurado el 24 de julio de 2009.
Enviado por: De Sol y Sombra
Saltillo, Coah.- La fiesta taurina parece estar mal herida. Para algunos sectores es mal vista, sin embargo, es preferencia, vida y sustento de un sector, que ha sido catalogado como minoría. Profesionales, aficionados y simpatizantes que viven de y para la tauromaquia, ejercen un derecho y una libertad que está a punto de cumplir 500 años de existencia en el país.
En México existen 184 ganaderías repartidas en 25 estados y 20 escuelas taurinas y en fechas recientes la tauromaquia ha resurgido como tema de discusión política, promovido por grupos y personas que se oponen a ella.
Algunos por iniciativa propia, y otros motivados y financiados desde el extranjero por grupos de activistas que defienden los derechos de los animales, con participación en España y Francia. Las quejas y opiniones de los locales han tenido eco en algunos legisladores estatales y federales.
No es un tema menor para México que la fiesta taurina siga vigente, próspera y pujante a pesar de sus detractores ancestrales y actuales. Las razones de su resistencia y existencia están en su contenido económico, ecológico y jurídico.
Se trata de una industria que ofrece un espectáculo arraigado en la historia, la cultura, las tradiciones, ferias y fiestas del país. Está compuesta por profesionales del toreo, ganaderos y empresarios, que generan una actividad económica significativa.
En México hay 276 ganaderías de toros bravos, que ocupan 82 mil 800 hectáreas en 24 estados de la República. De acuerdo con datos oficiales, en esa extensión de tierra habitan 60 mil cabezas de ganado de lidia, con una elevada depuración genética, que se ha venido construyendo a lo largo de cinco siglos.
Para los taurinos es sabido que por su calidad y profundidad histórica, el toro bravo mexicano goza de elevado prestigio en el universo taurino lo que mantiene viva, sin embargo, en Coahuila, los críticos y amantes taurinos la perfilan en declive.
En Ruta Libre presentamos un reportaje sobre el contexto por el que atraviesa la fiesta brava en Saltillo y la poca actividad que existe en la Plaza de Toros Armillita.

OCASO TAURINO
Por: Rosalío González
A través de sus tres siglos de historia, las corridas de toros han pasado de ser un espectáculo glamuroso y negocio fructífero para estancarse en un estado de coma severo provocado por la falta de un relevo generacional en su público y de inversionistas que apuesten a lo que seguidores llaman: el arte de lidiar al toro, sin embargo, queda la esperanza en peñas y ganaderos por recuperar los grandes carteles y dar luz a las plazas casi en el olvido.
El estado que guarda la fiesta brava en México es desigual; mientras en la zona occidental las ferias y fiestas de Aguascalientes, Jalisco, Zacatecas y Guanajuato mantienen más vivas que nunca las corridas de toros, en la región noreste la tauromaquia se ha visto reducida a espectáculos simbólicos, menores y cada vez menos frecuentes.
Escenarios importantes de la fiesta brava han visto menguada su afluencia y han tenido que rentarse para otro tipo de eventos, tal es el caso de la Plaza de Toros Monumental Monterrey, “que antes era exclusiva para las corridas y ahora hacen de todo y entre ese todo también hacen corridas”, explica Marcelo Lara, crítico taurino en Saltillo.
Otra muestra de la situación actual de la tauromaquia en el noreste de México es lo que sucede aquí en Saltillo, donde nació el reconocido “maestro de maestros”, Fermín Espinosa Saucedo, el torero más famoso de una de las dinastías más populares en el ambiente taurino, “Los Armillita”, que a su vez dan nombre a la plaza de toros local, una de las más afectadas por la sequía de aficionados. “Es difícil organizar eventos aquí porque no sale la inversión, la plaza ya no deja ganancias, pura pérdida”, dice Valdemar Saucedo, ex gerente de la Armillita y miembro del patronato fundador.
Por su parte, grupos de aficionados locales como la Internacional Peña Taurina Asoleada de Saltillo, han tenido que salir a buscar la fiesta a otras ciudades de la República y el mundo, “el aficionado de verdad siempre encontrará una plaza que presente cartel, desafortunadamente aquí (en Saltillo) es muy poca la actividad”, comenta Ismael Fuentes, presidente de esta organización.
Al panorama se suma la polarización que ha provocado la esencia de la fiesta taurina: la muerte del toro, animal defendido por grupos antitaurinos y protectores de los derechos de los animales, que han pedido lo mismo en España que en México, en Aguascalientes que en Saltillo, el cese de la actividad taurina sin obtener el resultado legal que buscan, con algunas excepciones, como Cataluña e Islas Canarias, donde han quedado prohibidas las corridas, y otros países donde no se debe matar al toro en el ruedo o la plaza.

EL PASEÍLLO
Involucrados los empresarios, aficionados, amantes de la fiesta y hasta el toro, que es el más honrado de todos los que participan en la Fiesta Taurina, el debate se instaló desde hace años en el Estado.
La polémica, comprendida desde su naturaleza, es un debate de estrategias políticas, diversas opiniones culturales y de derechos humanos que ponderan desde el bienestar animal, hasta la desaparición de las escuelas taurinas en la capital.
Por un lado, la fiesta sigue viva, de acuerdo a los aficionados, porque les apasiona el tema visto desde las expresiones culturales del ser humano, edificadas desde sus ancestros, y reconocidas por muchos.
Por el otro lado, el anti taurino plantea la posibilidad de la evolución cultural, que sugiere cambio y movimiento, en donde no caben opiniones humanas para justificar el sufrimiento animal.
Como no es fácil enfrentar a un animal de más de 500 kilos, tampoco ha sido fácil enfrentar el declive de lo que una vez fungió como un festival artístico.
En la entidad, las corridas de toros, incluso han sido utilizadas con fines políticos. Fue el ex diputado priista José Manuel Villegas González, quien presentó la iniciativa de reformas al artículo 10, en su segundo párrafo de la Ley de Protección a los Animales, para que se prohíban las corridas de toros y otros juegos en la que se atenta contra la vida de los animales.
La iniciativa de decreto que presentó Villegas González, el 23 de noviembre de 2010, para modificar el artículo 20 del Capítulo II de la Ley de Protección a los Animales para el Estado de Coahuila de Zaragoza, establece lo siguiente:
“Artículo 10. Queda prohibido azuzar animales o provocar que se acometan entre ellos, o hacer de las peleas así provocadas, un espectáculo público o privado. Se prohíben también las corridas de toros, novillos o becerros”.
“Las charreadas y rodeos; así como las peleas de gallos, carrera de caballos y perros, habrán de sujetarse a los reglamentos y disposiciones establecidas en la Legislación Federal”.
Sin embargo, a cuatro años de haberse presentado la iniciativa ante el Congreso del Estado para prohibirlas en la entidad, esta continua en la “congeladora”.
Luego, en el inicio de la LIX legislatura el diputado del Partido Verde Ecologista, Refugio Sandoval, presentó en septiembre del 2012 la Ley que pretendía prohibir las corridas de toros, novillos y becerros.
Esta propuesta provocó la reacción de empresarios del sector que indicaron que esta prohibición provocaría un impacto económico negativo, ya que quedarían sin trabajo miles de personas que se dedican a la crianza de toros, novillos y becerros.
También en 2012, el empresario ganadero Armando Guadiana, acudió ante el Congreso Local para entregar una petición a los diputados, en la que solicitó que se declarara como patrimonio cultural a las corridas de toros y se dejara a un lado la propuesta de la prohibición de la fiesta brava, que desde la pasada legislatura había sido puesta en la mesa por los entonces diputados.
Guadiana Tijerina pidió a los legisladores, a través de un escrito, respeto por la fiesta brava, la que definió como una obra de arte.
A la solicitud para los diputados, anexó una alrededor de tres mil firmas recabadas entre los asistentes de las últimas corridas hechas durante el año pasado en la Plaza de Toros “Armillita” en Saltillo.
“Es una solicitud que dirigimos a los miembros del Congreso del Estado para que la fiesta y la cultura de los toros se eleve a patrimonio cultural y material en el estado de Coahuila, y de esa manera tenerle un respeto absoluto a la fiesta de los toros”, manifestó el empresario.
Tras meses de polémica el tema fue olvidado y quedó fue de la agenda legislativa, al igual que la prohibición de las peleas de gallos.
Pese a que los legisladores han indicado que lucharán por erradicar los espectáculos violentos estas iniciativas no han sido atendidas en las comisiones.
Por su parte movimientos de protección a animales han realizado manifestaciones en el Congreso Local y plazas públicas para pedir que la reforma sea votada.

PRIMER TERCIO
Coahuila le ha dado numerosos matadores a México, cinco de ellos han nacido en Saltillo: Juan y Fermín Espinosa “Armillita”, Armando Rosales, Héctor Saucedo Galindo y Óscar Realme, de los cuales solamente este último queda vivo, radica en el Distrito Federal y a sus 79 años está retirado de las corridas de toros.
Entrevistado en exclusiva para Ruta Libre, quien comenzó su carrera a los 18 años de edad como novillero en Zapotiltic, Jalisco, asegura que el tema taurino tiene muchos matices.
A diferencia de lo que muchos seguidores taurinos creen, los toreros padecen emocionalmente a la par de los daños físicos cuando sufren alguna cornada frente a su público, “y es porque (los toreros) estamos acostumbrados a ser el centro de atención de la gente, siempre en el centro de las plazas con todos viéndonos y cuando te pasa algo así (como una cornada) te pega anímicamente”, comparte el matador retirado.
Realme recibió su alternativa en la plaza de Oviedo, España, en septiembre de 1963, y recorrió los mejores y más importantes escenarios taurinos del mundo: la Plaza México, Las Ventas de Madrid y la Monumental de Monterrey, por mencionar algunas.
Respecto al toro, el matador lo considera como “el mejor amigo del torero, hay ocasiones que él pone a sufrir al torero y hay veces que es al revés, pero esa es la esencia de la fiesta, el juego entre la vida y la muerte”.
Sin embargo, hace falta más que talento para hacer una carrera exitosa en la tauromaquia, “se debe tener dinero, contactos y una buena escuela o bien venir de una dinastía”, explica Marcelo Lara, crítico taurino y quien señala que su postura es incisiva, porque hay que poner el dedo sobre la llaga.
La opinión se nutre con la perspectiva de Realme, quien recuerda con nostalgia los tiempos de la torería. “También creo que debes agradarle a los empresarios para que te incluyan y te contraten, porque actualmente ya no importa si eres muy bueno o más o menos, lo importante son los contactos”.
Además de torero, el saltillense es economista por la Universidad Nacional Autónoma de México y cuando decidió retirarse de las plazas en 1974 durante una corrida en la Monumental Monterrey, se dedicó al servicio público para trazar su segunda carrera, dejando un hueco en la fiesta brava de México.
Por teléfono, con una voz grave casi ronca, el matador Realme confiesa que desde que se retiró decidió no volver más a las plazas de toros, no ver ni escuchar la crítica taurina, evitar lo más posible el tema y sepultar aquel recuerdo del empresario que le arrebató sus días de gloria.
“No estoy resentido con la fiesta brava, los toros siguen siendo mi vida, pero prefiero estar lo más alejado posible, la gente ya me olvidó y yo prefiero estar así”.
La Internacional Peña Taurina Asoleada de Saltillo le preparó en años recientes un homenaje en la Casa de Coahuila, para reconocerle su trayectoria como torero y promotor de la ciudad por el mundo.
Señala que las nuevas generaciones de matadores, toreros y novilleros, en la mayoría de las ocasiones buscan lucirse en el ruedo, y han dejado de lado la concentración de instalarse en la plaza para mostrar su técnica y dominio de las suertes taurinas.

EL ASTADO
A diferencia de Realme, los empresarios en Saltillo y en México no olvidan la fiesta brava, a la que algunos aventurados le invierten cantidades grandes de dinero que no se recuperan en taquilla, ni en la venta de bebida y botanas en la plaza.
Actualmente los toreros tienen sueldos discrecionales, es decir, negocian con los empresarios su pago que, según información del crítico taurino Marcelo Lara, oscila entre los 200 y 250 mil pesos, sin embargo, el matador es solamente un factor dentro de la red de negocios que se mantiene debido a la actividad taurina.
La importancia del toro en la economía nacional radica en 10 diferentes sectores: la ganadería, el turismo, transportes, artes y fisco, entre otros.
“Hasta hace algún tiempo, a los ganaderos nos convenía tener toros para la fiesta, que son muy caros de mantener y por lo tanto son caros a la venta, ahora ya no es negocio”, explica Valdemar Saucedo, hermano del difunto torero saltillense Héctor Saucedo y quien tuvo una reconocida ganadería de la región en su rancho El Realito.
Y es que con el paso del tiempo, las corridas de toros han perdido público, mientras que otros deportes como el box y el futbol han fortalecido su popularidad. “Los patrocinadores se han ido a otras disciplinas, las cerveceras y tabacaleras casi han abandonado las corridas de toros y eso contribuyó a la caída del negocio”, justifica Marcelo Lara.
En plazas importantes para la tauromaquia en el occidente del país, la situación es diferente a la de Saltillo, allá se trata de un negocio completo que está formado por las corridas de toros, shows, conciertos, juegos mecánicos, comida, bebida y, por lo tanto, la presentación de carteles atractivos y grandes de toreros de moda.
La única forma para traer toreros importantes a plazas en decadencia como la Armillita es haciendo paquetes o giras con los matadores, éstas “consisten en presentarse en diferentes ciudades que incluyen plazas grandes y medianas durante una temporada”, dice Marcelo Lara.
Una de las consecuencias lamentables de la reducción de la actividad taurina y el descenso del negocio es que han desaparecido escuelas para toreros. Aquí en Saltillo, durante la última década, han desaparecido las dos únicas escuelas taurinas que había, porque ya no es factible ser torero ni hay la capacidad para proyectar a una figura del toreo saltillense a nivel nacional.

LA ESTOCADA
Los seguidores de la tauromaquia en Saltillo reconocen el ocaso del negocio y también la falta de relevo generacional, sin embargo, insisten que ambas consecuencias han sido ocasionadas por los mismos taurinos y no por la controversia que han generado los movimientos en contra de las corridas.
Ismael Fuentes, líder de la Peña más importante en Saltillo, afirma que “una golondrina no hace verano” y compara el número de manifestantes con la capacidad de la Plaza México, “caben aproximadamente 45 mil personas sentadas en la plaza y hasta 50 mil con algunos de pie, mientras que afuera de la plaza no hay a veces ni 50 personas manifestándose, la diferencia entre unos y otros es mucha”, afirma.
El secretario de la Peña Taurina, Tito Herrera, también opina en referencia a las manifestaciones contra la fiesta brava, “si esto algún día se acaba, no va a ser en los próximos mil años ni tampoco será por los antitaurinos, será por nosotros mismos, que no estamos unidos, hay muchos seguidores que no pertenecen a peñas y otros que son villamelones”.
Los villamelones son famosos en el ambiente taurino por festejar acciones o gritar los olés cuando no es meritorio, es decir, son seguidores que a pesar de que les gustan las corridas de toros, desconocen su desarrollo.
Por su parte, Marcelo Lara dice que ha aprendido a convivir con aquellos que no les gustan las corridas y otros que en su pleno derecho hacen manifestaciones públicas en contra de la tauromaquia, pero deja claro que ellos (los antitaurinos) no son el factor por el cual la fiesta brava vive un momento complicado.
En el estado existe una organización no gubernamental llamada “Coahuila contra la Tauromaquia”, que según la información que comparten en su cuenta de Facebook, son un movimiento por la abolición de las corridas de toros en Coahuila.
“No ven el arte, yo sí lo veo, ellos están en su derecho de no verlo y yo estoy en mi derecho de verlo”, sentencia Valdemar Saucedo, exgerente de la Plaza Armillita.
Entre los seguidores taurinos también hay niveles. El amor por los toros es evidente en uno de los precursores de la tauromaquia en Coahuila: Armando Guadiana Tijerina, quien ha llevado su ganado a caminar por la Plaza México y continúa luchando para recobrar el brillo de la fiesta brava.
Dueño de Casa Guadiana, empresa taurina y ganadera que tiene a su cargo las plazas de Saltillo y Durango, además lleva la responsabilidad de manejar tres ganaderías de toros bravos, dos de ellas ubicadas en el estado de Zacatecas que son D´ Guadiana y La Cardona y la tercera Santa Cecilia, en Tizimin, Yucatán.
“Mi petición es para que la fiesta y cultura taurina se eleve a patrimonio cultural inmaterial en el Estado de Coahuila, y que de esa manera se de le de un respeto absoluto”.
El empresario ha logrado que por la Plaza Armillita desfilen figuras como “El Juli”, en un esfuerzo mantener vivo el espacio local.
Pero también ha mantenido su impulso al defender activos a los más de 700 empleos directos e indirectos que generan las corridas en la entidad.

LAS SUERTES
En Internacional Peña Taurina Asoleada de Saltillo, se encuentran algunos de los más intensamente comprometidos con la tauromaquia en la ciudad y el estado.
Encabezada por Ismael Fuentes y Tito Herrera, la Peña ha desarrollado proyectos para seguir a los mejores carteles taurinos y aprovechar para difundir el nombre y la cultura de Saltillo por el mundo, mediante la fiesta brava.
Esta asociación fue fundada desde hace 15 años y entre las actividades que realiza está el homenaje anual a toreros y gente relacionada o activa dentro del ambiente.
La cómoda sala de la casa donde se reúnen los 20 miembros de la asociación tiene como cabecera un tradicional sarape saltillense tendido sobre una mesa, es visible desde cualquier punto de la planta baja de la casa.
“Este sarape es una réplica de los que entregamos nosotros a los toreros cuando vamos a las corridas y vemos alguno que nos llame mucho la atención o al mejor de la tarde en la plaza”, explica Ismael Fuentes.
Ellos han viajado a varios países del mundo y entregado los tradicionales sarapes, con el paso del tiempo les han llegado portadas de revistas taurinas en las que los toreros lucen en su salida al ruedo el tan característico textil coahuilense, “nosotros lo decimos muy llenos de orgullo, nuestros sarapes los han lucido Joselito Adame, Pablo Hermoso y Rodolfo Rodríguez “El Pana”, sólo por decirte algunos”, presume Tito Herrera.
Entre los destinos que ha tenido la Peña Asoleada y por consiguiente los sarapes está: España, Francia, Portugal e Inglaterra, además de la capital y provincia mexicana.
“Cuando te gusta la fiesta brava no mides cantidades, o buscas la forma de que te alcance, nosotros hemos gastado hasta 50 mil pesos cada uno para ir a corridas en Europa”, dice Ismael Fuentes, justo antes de que su celular suene con una famosa pieza de banda musical taurina, “Ole, ole” gritan Ismael y Tito inmediatamente después de escuchar la música.
Sin duda, viven para la tauromaquia.
PASIÓN TAURINA
Sentado en una silla ejecutiva color café, Valdemar Saucedo sigue al frente de lo que antes fue la bodega de su constructora Saucedo Galindo, “con la que pavimenté casi todo Saltillo” presume, lugar que se ha convertido en un museo donde se exhibe una colección de fotografías, notas de periódicos, pinturas, esculturas, trajes de luces y herramientas propias de la actividad taurina y la ganadería.
El compromiso y pasión de Valdemar Saucedo con la tauromaquia se ha visto reflejado en la multiplicidad de sus actividades, ha sido ganadero, empresario taurino, gerente de la Plaza Armillita, miembro de una Peña Taurina, torero, coleccionista y lo más importante, es quien construyó la plaza de toros actual y quien desmanteló la antigua.
“La Plaza Armillita nueva la comenzamos a construir en 1992, esa plaza antes estaba en Reynosa, Tamaulipas, pero la compramos y la trajimos para acá, y yo me encargué de colocarla y ampliarla porque antes solamente le cabían 2 mil personas y ahora le caben 5 mil”, dice.
Él conoce a la Armillita como la palma de su mano y en un recorrido muestra las partes que más trabajo costaron colocar; comenta la ilusión con la que fue levantando la plaza para verse él mismo, sus amigos y otros seguidores de toros sentados como espectadores de la fiesta brava.
“Casualmente a mí también me encargaron tumbar la otra plaza, la que estaba en la carretera a Monterrey”, dice mientras ríe.
En un museo distribuido en tres partes es donde Valdemar Saucedo guarda su colección en la que están quizá la mayor parte de las reliquias de la tauromaquia saltillense, las notas de gloria y tragedia, los días de fama y poder, el glamur y las luces de los trajes, la fortaleza de los toros, la decisión de los toreros, la elegancia del movimiento entre el hombre y la bestia, así como la sección del ocaso y la decadencia, el recuerdo y la añoranza de lo perdido, de lo que quizá nunca vuelva a ser como antes, uno de los eventos más populares y concurridos.