UNA DE RESES
El ganado vacuno tiene casi mil 750 millones de seres habitando en el mundo y la organización de la ONU asegura que son responsables del 14.5 por ciento de las emisiones de carbono y que, a la vez, en los países desarrollados el consumo crece en torno al 5 o 6 por ciento anual, por lo cual es altamente contaminante para el medio ambiente. Se calcula que para 2020 el consumo de carne en los países desarrollados será de 100 kilogramos, cuando en la actualidad es de 98 kilos. Paradoja grande para el sector ganadero, que se enfrenta al desafío de aumentar la producción ante el crecimiento de la demanda y de la población mundial y a la vez a la necesidad de frenar las emisiones de carbono. Muchos seres humanos son carnívoros, en nuestro País se consume anualmente alrededor de 2 millones de toneladas de carne de res. Coincidentemente, los tiempos actuales han traído un gran entusiasmo a muchos por solidarizarse con los animales. Hace 50 años, enfrentar a un toro era sinónimo de aventura literaria; hoy, el peligro es que desaparezcan. El ser antitaurino ahora se ve como un signo de ser civilizado y moderno, sin dejar de recordar la cantidad de carne que consumimos la mayor parte de seres humanos y, desde luego, también las mascotas, que crecen de tal manera que ya existen países, como Portugal, en donde la Asamblea de la República aprobó una ley que limitó el número de perros y gatos, pero que no incluye a otras especies a habitar por departamento, lo cual le ha acarreado múltiples protestas al Gobierno lusitano. Siempre he declarado mi afición a una tradición de muchos años de nuestro País que va desde 1526 hasta nuestros días y preocupa que por diferentes razones los gobiernos de Sonora,Guerrero y recientemente Coahuila a pesar de ser grandes productores y consumidores de carne de res, tomen la decisión de prohibir el espectáculo taurino cuando en todo el País no se sacrifican por año más de 7 mil reses entre las que se lidian y las que se usan para la crianza, en comparación de los 4 millones de reses de abasto por las cuales nadie aboga por solidaridad o para custodiar el medio ambiente. Respeto que se opongan a asistir a las corridas de toros, pero también respeto los derechos humanos, sí, contra la arbitrariedad de las autoridades civiles, militares, eclesiásticas, académicas... todas. Y uno de los derechos humanos es, repito, el tener los propios gustos. El gusto de ir a los toros, por ejemplo, o el de escoger ser torero y no, digamos, ser futbolista; o al revés: defiendo también el derecho a ser futbolista. Pienso, sí, que los seres humanos tenemos deberes para con los animales y el primer deber es tratarlos con respeto, según su condición, y el toro de lidia, para preservarse, debe ser criado en los espacios en que hoy en día se le tienen designados en México, que ascienden a casi 120 mil hectáreas, ahí donde se cuida con devoción a la especie en 24 estados de México, y para que económicamente haga sentido, es necesario que se lidien en las plazas para cerrar su ciclo de vida. Puede parecer una exageración, pero a poco que se piense y se revise la historia de México, el toreo es parte intrínseca de nuestra nacionalidad y aunque muchos opinan que ya es tiempo de que desaparezca, la decisión de suprimirlos no se puede tomar sin dañar a los actores económicos del toreo y sin reflexionar que el toro de lidia para defenderse sólo tiene de su lado a quien lo cría, a los que viven de su crianza, principalmente los toreros, y aquellos que asistimos a las plazas al ritual de su lidia; los demás, a seguírselo comiendo, sea de lidia o no, que socialmente eso no es mal visto, ¿o usted qué opina?
Es profesor de asignatura del ITAM, Consultor y Consejero de empresas: Miembro de The Strategic Leadership Forum.