lunes, 11 de enero de 2016

HERMOSO DE MENDOZA: “CREAR UN CABALLO TORERO ES COMO LA LABOR ARTÍSTICA DE UN PINTOR”


Por: Hassan González
El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza ha sido galardonado con la Medalla de Oro en las Bellas Artes por su aportación al arte del toreo y a la cultura española. Hermoso de Mendoza, quien nació en Estella en 1966, está considerado como uno de los mejores rejoneadores de la historia y ha sido pieza clave en la revolución del toreo a caballo.
Cuando ha sobrepasado el cuarto de siglo de alternativa es una leyenda. Entre otras de sus cimas artísticas logró una faena histórica en la plaza de Sevilla el 25 de abril de 1999 por la que fue premiado con los máximos trofeos; último rabo que se ha concedido en la Maestranza. Hermoso comenzó su singladura de niño en la equitación. Tras presenciar una corrida de rejones decidió unir su afición a la hípica con la de los toros y dedicarse al toreo a caballo. Se encontró con muchas dificultades al vivir en una zona, Navarra, sin apenas tradición del toreo a caballo. Tomó la alternativa en Tafalla el 18 de agosto de 1989, se presentó en Las Ventas el 20 de mayo de 1995 y a partir de entonces se convirtió en un referente del mundo del rejoneo.
-Pablo, ¿qué supone este galardón?
-Es el reconocimiento más importante. Me hace una ilusión enorme y se viene a premiar los valores del rejoneo como faceta artística.
-Anteriormente, la Medalla de Oro en las Bellas Artes la han recibido los rejoneadores Álvaro Domecq y Díez y Ángel Peralta ¿Qué diferencias hay en el rejoneo en estas tres épocas?
-Cada época ha tenido su importancia. Don Álvaro Domecq contribuyó de manera altísima al rejoneo, aportando la categoría de la equitación y conjugando en la plaza el campo, el caballo y el toro bravo, dándole categoría con su prestancia y señorío. Don Ángel, a quien he tenido el gusto de verle torear, ha sido un líder que hizo popular el rejoneo. Fue un torero del pueblo, innovador, que aportó suertes nuevas y lo hizo a lo grande. Hablar de uno mismo es lo más difícil. He intentado que el toreo evolucionara, adaptándolo a estos tiempos con el objetivo de aportar mayor estética, armonía y expresión.
-¿Qué época fue mejor?
-Cada una es importante por sí misma. No se puede hablar de que cualquier tiempo pasado fue mejor ni tampoco de que se torea ahora mejor que antes. Todo eso son tópicos porque en cada etapa hubo un tipo de toro distinto y se ha contado con caballos de condiciones muy diferentes.
-¿Qué diferencias hay de sus comienzos a nuestros días?
-Hemos evolucionado muchísimo. Entre otras cosas, en cuanto a técnica y a expresión. Ahora, con la información de la imagen, se cuenta con mayor facilidad para adquirir conocimientos. Yo no tenía antes más referencia que lo que veía en casa.
-Y usted, ¿en qué ha evolucionado más?
-Soy un torero longevo. Tengo 26 años de alternativa y más de dos mil corridas. Y eso hace que sea más maduro, con mayor técnica y con un toreo con mayor cadencia y estética. En definitiva, con mayor capacidad artística. En los comienzos, por arrogancia, se atropella la razón.
-Tras más de un cuarto de siglo en el toreo ¿Ha pensado en la retirada?
-Ando en la vorágine de más de cien corridas. Curiosamente, me he ido adaptando a un ritmo muy alto en el número de festejos. La retirada llegará cuando me pese torear o bien cuando el público se haya saturado.
-Supongo que sueña con darle la alternativa a su hijo Guillermo…
-Me encantaría el relevo. Pasarle los trastos. Pero me da miedo soñar. Lo que sí tengo claro es que siempre montaré a caballo porque crear un caballo torero es como la labor artística de un pintor. Dedico dos o tres años a formar un caballo, a crear mi obra hasta que se mueva como si fuera mi cuerpo y mis manos.
-Pablo, ¿en qué momento se puede decir que usted dio una vuelta de tuerca al rejoneo?
-Hay tres momentos claves. La faena en la que corté un rabo en Sevilla. Y también las que hice cuando fui premiado de esa manera en La México y en la Santamaría de Bogotá.
-Y ahora, ¿hacia dónde camina?
-Ha llegado un punto en que sigo siendo un torero competitivo, pero a la vez quiero disfrutar. Pienso que todo lo que me venga es un regalo. En cuanto a números no compito por ellos.
-¿Le resulta más difícil motivarse ahora que está en la cumbre?
-Debería resultarme más difícil. Pero no me cuesta. Todo lo contrario. Siento una pasión desmedida. Me faltan horas para entrenar. A mí únicamente me pesan los viajes. Cómo será que empalmo la temporada española con la americana sin descanso y vuelvo de allí y me engancho aquí sin tampoco descansar. Ni siquiera pienso en vacaciones con la familia.
-En México le esperan más de cincuenta corridas ¿No comienza en España atorado?
-No. Tenía contratadas 55 corridas y he hablado con los apoderados para intentar anular cinco y que eso me pueda facilitar algo los viajes. Es una exclusiva con Espectáculos Taurinos de México. Yo estoy bien. Me he habituado. Y los caballos vienen con mucho brío y capacidad física. Toreamos más de cien corridas al año. No entrenamos. Las propias corridas nos tienen en forma.
-¿Cuántos caballos viajarán?
-Llevo 27. Dejaré ocho o diez allí, donde tengo una ganadería en la que también selecciono. Pero los importantes los llevo desde aquí. Todo el mundo quiere ver a las estrellas.
-¿Qué supone haber quedado en cabeza en la estadística?
-Saco en conclusión que el público y el empresario siguen contando conmigo y que soy rentable, que sigo aportando y moviendo la Fiesta y te ilusiona para continuar adelante.
-¿Ha pensado en retos o gestos para 2016?
-No. Toreé seis toros en Zaragoza y otros seis en Nimes. Y creo que lo que no ofrezcas en dos toros no lo haces en seis. A eso se suma la parte física. Yo no he presumido nunca de fortaleza, no me ha sobrado la fuerza.
-¿Para cuándo un mano a mano con Ventura en Sevilla y otro en Bilbao?
-Hace cuatro años lo ofrecimos y los empresarios no querían porque les parecía muy caro. A mí me gustaría.
-Planificación y apoderamiento para 2016.
-Me gustaría torear unas treinta corridas y, por supuesto, continuaré con la casa Chopera. Me une una gran amistad con Pablo y Óscar desde que empecé con su padre.
La proyección internacional de Pablo Hermoso de Mendoza hizo que el rejoneador navarro asentara su segundo cuartel general en México, donde es un ídolo. El torero, basándose en este razonamiento, explica la razón por la que no ha toreado en los últimos años en la Maestranza: “Debo adaptar mi agenda. Pasaba seis meses en México y seis en España. No volver a Sevilla es una espina que tengo clavada. Este próximo año tampoco estaré, pero no descarto hacerlo. No tardaré mucho en volver a torear en Sevilla”. El rejoneador afirma:“Recuerdo muchísimo aquella faena de Sevilla en la que corté el rabo. La comento con los amigos. Viví momentos maravillosos, como el arrancarse el toro de punta a punta de la plaza y yo verle venir, muy fuerte, a una gran velocidad… Y sobre todo, cuando me decían ‘¡Te han dado el rabo! ¡Te han dado el rabo’ y yo pensaba ¡Pero si ese premio no existe! ¡Me dirán que lo tengo que devolver! No me lo creía”.

“Con ‘Cagancho’ se me fue parte de mi vida”
Cagancho, uno de los caballos míticos del rejoneo, murió el pasado agosto en la finca de Pablo Hermoso de Mendoza. Ha sido clave en la carrera del rejoneador y en la historia del toreo. Hermoso explica: “Supone una pérdida muy dolorosa. Con Cagancho se me fue parte de mi vida. Tanto para mí como para los cuidadores. Tenía 31 años, que viene a ser más de cien en un humano. Creía que estaba preparado para asumir su muerte, pero no ha sido así. Era el patriarca. La gente le tenía mucho cariño y continuamente me revive su leyenda. Me visitan con fotos que se habían hecho junto a Cagancho para que se las firme. Supuso un impacto social tremendo. Cómo sería que en mis comienzos se acercaban y decían ‘¿Quién es el rejoneador que monta a Cagancho?’… Ha sido el más grande”