Dios Perdona la Inocencia – Demonios Sueltos en cierre de año en La México.
Apagados los reflectores taurinos “por vacaciones”, dicen, el toro vuelve a la normalidad no tanto en tamaño como en importancia. Y como los trastos que la corrida cabrereña no son lo expertos o sólidos el juego, en lo bueno o en lo malo, deja en evidencia a la terna e incluso a las cuadrillas en una tarde en la cual ni los espectadores se salvan de los recuerdos que en sus pitones traen estos toros que nos recuerdan que, pasada la prueba de la edad y el trapío, en la Fiesta no hay realmente enemigo pequeño.
Por: Luis Eduardo Maya Lora
Se van dos toros detrás del callejón, cuarto y quinto. Se van a la enfermería una torera, dos monosabios, un aficionado, tres porteros…
Y todo esto que parece y es extraordinario no hace más que demostrar que, en pleno 28 de Diciembre, el único torito inocente es y ha sido Pedro Infante, en su célebre personaje de José del Toro en la trilogía rodriguista del carpintero-boxeador. Esto es porque aun pequeños, fieles a su histórico encaste, los seis D’Guadiana pueden causar desaguisados.
O dar posibilidades de triunfo.
Así tenemos que, otra vez, un toro bravo se cruza en el camino de Karla de los Ángeles, la poblana a quien, sabrá Dios, le ha puesto el oportunismo y la componenda y, afortunadamente, Dios, a pesar de las inocentadas, ha estado en la Plaza porque ese primero, cárdeno clarísimo como los nevados picos del Altiplano mexicano, exige pese a ser berreón, en el caballo y el los trastos. La toricantana entonces, en plena inocencia, cree que dado el tamaño del astado le podrá hacer lo que con los novillos hace.
Por ello, los lances de salida son apurados y en el intento de tafalleras la torera es desarmada. El toro, aun pequeño reacciona siempre distinto al novillo. La adultéz, la madurez, brinda siempre seriedad. Aun así, la perdona en el quite, a la cuadrilla en banderillas e, incluso, a la propia novillera que se dobla sin efectividad. Comete un error por principio, tratar de dar el circular con la derecha tras molinete a la trágala.
No obstante el tropezón, la torera intenta y en un momento liga dos derechazos que muestran al toro con temple y emoción con la derecha, rebrinca pero es ahí donde el torear debe no solo atemperar, sino templar y mandar. Que someter es torear. Pero Karla, tan lejos del fundamento torero, producto del tópico, no sabe qué hacer.
No hay que ser ni José María de Cosío o Roque Solares Tacubac para saberlo. Ya no hablemos de la omisión de formas en la ceremonia. El sainete en la hora de la verdad muestra que la novillera está ayuna del mínimo consejo, ni siquiera cita al hilo del pitón derecho y de ahí la primera cornada en peligroso embroque y después el nuevo intento, a toro arrancado, no cuenta con el fundamento -o listeza- para pegar la estocada recibiendo, que estaba en posición de hacerlo.
Entonces llega la segunda cornada, malamente, de inocencia y menos mal, bendito Dios, la cosa no ha sido peor. Que ha podido ser. Edmundo Navarro voltea y es prudente al no intervenir de inicio cuando la asistencia llega pero luego, trata de dar tiempo a que se lleven a la herida, solo que tarda más de lo que Edmundo supone y, como no voltea a ver de nuevo, termina por poner en suerte al toro.
Que se carga a varios inocentes.
“Gamusino” le pega al monosabio Federico Domínguez “Gamuza” una cornada fuerte, también producto de la inocencia porque su culpa no ha sido. Dios no permite, afortunadamente, que la cosa sea peor ni que llegue –ni pensarlo- a lo de Gamuza padre hace más de treinta y cinco años. Una pena que todo esto derive de una pésima decisión de acartelar a la toricantana.
Inexplicable.
El segundo de la tarde es el toro de la corrida.
Precioso cabrereño embiste fuerte y largo. Hilda Tenorio es la esperanza de que el necesario orden arribe a la Plaza México. Comienza bien a la verónica y el toro responde también ante el caballo, donde se crece y pelee. Tenorio, tras los lances en los medios, perdona al toro del segundo puyazo, que tenía que ser un picotazo no desangrable.
Por ello el toro crece aun más. Se va para arriba en banderillas e Hilda no consigue domeñarlo de inicio con los doblones. Algo deja suelto y termina por pasarle factura al no doblarse lo suficiente y no conseguir hacerse de la embestida y lograr que el toro deje la fuerza y saque la esencia.
Que es brava.
Por ello, taurinamente, la tarde se acaba luego de dos tandas por derecha de Hilda, solo en la primera se confía y el resto es indecisión, cuestionamos el no abrirse a los medios, el obligar desde su colocación o la elección de terreno. No,Tenorio ha tirado de la suma blancura de las rayas del tercio y deja el rojo del olé en silencio tras no entenderse ni a izquierdas ni a espadas.
Todo queda en silencio.
Y hasta aquí queda el interés estrictamente taurino.
Lo demás es la invalidez del tercero, que aun así desarma a Lupita López que echa sonrisas al tendido a partir de eso. Solo dos naturales. O su desesperante monotonía con el manso quinto que le pega la voltereta al entrarle a matar. EHilda Tenorio, sin opciones o mayor inventiva ante cuarto y sexto, deja a la tarde de la inocencia en mal intento de lograr la trascendencia taurina.
Seamos claros.
El toro, siempre el toro, en la malo como en lo bueno nunca es inocente, tiene en su sangre la capacidad de atacar, de matar en última y primera instancia. La inocencia, la ingenuidad, aun en veintiocho de diciembre, no puede encontrarse en la Plaza de Toros, ni mucho menos –lo sabemos bien- en los taurinos. Más listos que el hambre y será porque la conocen mejor que nadie.
De ahí que de dos saltos al callejón, uno rompe la piel al estoico y heroico –que no es la primera vez- Gonzalo Martínez, de parte del cuarto, y el quinto deja una lesión de cara de suma consideración al portero César Sánchez en el quinto. Aun así pudo ser peor, ante tanta inexperiencia e inocencia, si los toros han traído una mala intención, la tragedia habría llegado.
No es así porque Dios nunca nos abandona.
Ojalá y no nos abandone porque apenas rebasamos la primera mitad de una sufrida… Temporada.
RESUMEN DEL FESTEJO.
Plaza México. Temporada Grande 2014-2015. Domingo, Diciembre 28 de 2014. Décima Corrida de Derecho de Apartado. Menos de un Quinto de Plaza en tarde fría y nublada con cierto viento en la lidia del segundo y durante la lidia del sexto.
6 Toros, 6 de D’Guadiana (Divisa Verde, Rosa y Blanco) Desigual de presencia. Armónicos los tres primeros, zancudos cuarto y quinto, acochinado y chico el sexto. Cuarto y quinto saltan al callejón. Los dos primeros con bravura y exigencia en su juego en los tres tercios. El resto manseando, débil el tercero y deslucido los demás. Cuarto y quinto saltan al callejón tras salir a la arena.
Hilda Tenorio (Granate y Oro) Silencio tras aviso, Silencio y Leves Palmas en el que mató por la tercer espada. Lupita López (Marino y Oro) Silencio y Palmas. Karla de los Ángeles (Salmón y Oro) que toma la Alternativa, Ovación tras retirarse a la enfermería en el único que mató.
La tercer espada tomo la alternativa con el toro “Gamusino” número 21 con 495 kgs, cárdeno claro de la ganadería titular.
Se desmonteran, benévolamente, Diego Martínez y Christian Sánchez al banderillear a cuarto y quinto, respectivamente, este último aun tras haber pasado en falso. Las cuadrillas batallan toda la tarde. Edmundo Navarro,sin intención alguna, echa al primero de la tarde encima de las asistencias y Juan Ramón Saldaña hace un quite a Alfredo Ibarra en el tercio de banderillas del segundo de la tarde.
Pasan a la enfermería siete personas en total: la tercer espada, el aficionadoGonzalo Martínez que se encontraba en el Callejón con una lesión en la mano izquierda, dos monosabios y tres porteros. La toricantana reporta una cornada de 12 centímetros en el tercio medio de la cara anterior del muslo derecho y otra de 10 centímetros en el glúteo izquierdo. El monosabio Federico Domínguez “Gamuza” sufre una cornada grave en el glúteo de más de 20 centímetros de extensión en el glúteo izquierdo y el portero César Sánchezsufre fracturas maxilofaciales y fuerte traumatismo en el paladar.