jueves, 19 de febrero de 2015

WILLIAM HIDALGO MEJOR BARA EN LA FERIA DEL SOL 2015


Por: Germán D' Jesús Cerrada

Corresponsal en Venezuela


La Comisión Taurina de Mérida, otorgo el picador William Hidalgo "El Lanero" el premio como el Mejor Picador de la XLVI de la Feria Internacional del Sol 2015, por su magnifica bara, al toro Jacaranda, identificado con el numero 227, con 490 kilos, de la ganadería "Los Ramirez",  lidiado por el torero español Morante de la Puebla, en la quinta corrida, celebrada el pasado lunes 16 de febrero, Hidalgo recibio una ovación por los aficionados que plenaron la "Román Eduardo Sandia.
Hidalgo recibió de manos de las autoridades taurinas dicho premio, en acto especial efectuado en el Salón Mérida, del Country Club. 

El aficionado taurino español Fernando Marcet, comenta en una ponencia, en el II Encuentro de Aficionados, celebrado en Zaragoza, España, sobre el tercio de varas, dice Marcet, cuando se ejecuta bien, cumple con tres objetivos fundamentales: descubrir las condiciones de bravura, temperamento y comportamiento del toro.

TERCIO DE VARAS
  
"El tercio de varas, cuando se ejecuta bien, cumple tres objetivos fundamentales:
1. Descubrir las condiciones de bravura, temperamento y comportamiento del toro. En ese momento es cuando se aprecia si es bravo o manso; si es fijo o distraído; si es pronto o tardo; si humilla, si recarga, si embiste apretando con un pitón; si trata de quitarse la vara y hace sonar el estribo; si es fuerte o blando y muchas cosas más. Información importante para el matador, que ha de lidiarlo, y para el ganadero que actuará en consecuencia para hacer las correcciones genéticas y de selección necesarias para mejorar su ganadería. 
  
2. Ahormar al toro para su lidia y muerte, mediante puyazos breves, bien colocados y dosificados, restándole poder y corrigiendo defectos de su embestida. 

3. Cuando las condiciones son las propicias, crear belleza con el espectáculo incomparable del toro bravo en acción: Cuando se arranca con alegría al caballo y recarga, retorciendo la cola –indicador inconfundible de genio y bravura- y puesto nuevamente en suerte, repita una, dos, tres y más veces, sin acobardarse. El matador que se topa con un toro de esta naturaleza, está en la obligación de lucirlo para beneplácito del público y -¡Cómo no!- de su criador. A tal efecto habrá de ponerlo en suerte cada vez más lejos del caballo para que, llegado el caso, se le pueda ver arrancarse de lejos galopando a un cuarto puyazo. Es el espectáculo del toro hecho realidad y quien tenga la oportunidad de verlo –tan solo una vez en su vida- no lo olvidará jamás.