DOMINGO DE RAMOS EN MADRID: LA TARDE “HISTÓRICA” DE FANDIÑO FUE UNA DEBACLE SIN PALIATIVOS.
Tanto se había engordado el globo con los seis toros de la ganaderías más temibles para Fandiño que se agotaron las entradas. En gran parte por un público absolutamente desconocedor ni por lo más remoto entendido. Si esta corrida se hubiera celebrado dentro del abono isidril, el escándalo hubiera tenido grandes proporciones y televisada en directo, hubiera causado a Fandiño un daño irreparable. Jamás en mi vida fui testigo de un recital de impotencia y hasta de pánico escénico e insolvencia profesional a ningún torero con cierto rango acreditado. Jamás. Tuve que frotarme los ojos para creer lo que estábamos viendo. Y estas cosas pasan cuando se exageran los triunfos y se quiere hacer creer a la gente que estamos ante un diestro realmente importante. Claro que solo tuvo suerte con el primer toro de Adolfo Marín. Pero se le escapó porque no sabe lidiar ni torear adecuadamente a toros con fuerza limitada aunque sea muy noble. Lo demás fue una cuesta abajo terrible porque en la segunda parte de la corrida, Fandiño perdió totalmente los papeles, mostrándose impotente e incapaz de resolver nada e incluso de medio taparse. Una pena. Lo siento muchísimo pero así fue. Y, por cierto, ¿donde estaban ayer los exigentísimos reventadores del tendido 7?: Calladitos como muertos
Madrid. Plaza de Las Ventas. Domingo 29 de marzo de 2015. Primera corrida de la temporada. Tarde enmarañada y templada con lleno total.
Seis toros de otras tantas ganaderías, muy bien presentados según los tipos de sus encastes, que salieron por este orden: El primero de Partido de Resina, resultó prácticamente inválido. El segundo de Adolfo Martín, muy noble aunque blando. El tercero de Cebada Gago, sin fuerza y a peor por mal lidiado y fatalmente toreado. El Cuarto, de Escolar Gil, manejable de más a menos y arruinado al final. El quinto, de Victorino Martín fue antirreglamentariamente devuelto tras encojarse en banderillas. El su lugar se corrió un sobrero de Adolfo Martín bastante peor que el titular. Finalmente, el sexto fue de Palha, muy deslucido y a peor por mal lidiado y fatalmente tratado
Único Espada, Iván Fandiño (plomo y oro): Pinchazo, estocada trasera caída y descabello, silencio. Corta trasera atravesada y descabello, silencio tras leve división. Estocada y descabello, silencio. Pinchazo hondo tendido saliendo rebotado y siete descabellos, aviso y pitos sin saña. Dos pinchazos y tendida, aviso y leve división. Dos pinchazo y estocada, bronca general
Finalizado el paseíllo se guardó un minuto de silencio por las víctimas del desastre aéreo y Fandiño fue obligado a saludar una gran ovación que, a la postre fue la única que escuchó en toda su tarde. En el tendido del 2 bajo aparecieron media docena de antitaurinos con ganas de armarla pero fueron rápidamente detenidos por la policía en medio de una monumental bronca contra esta clase de gentuza. Uno se ello recibió un golpe en la cabeza con un bote de alguna bebida lanzado por algún espectador.
Muy espectacular cornamenta exhibió el primer toro, de Partido de Resina, antes Pablo Romero. Cornalón donde los haya, cárdeno y lamentablemente sin fuerza desde que salió hasta que murió a manos e Fandiño que apenas logró lucirse en el primer capítulo de su tarde pretendidamente histórica.
Buen saludo a la verónica de Fandiño al segundo, de Adolfo Martín. Muy noble de salida. Luego, desiguales toro y torero en el galleo por chicuelinas. También flojo, le aliviaron la suerte de varas y no hubo quites. Lucidos los peones aunque sin nada especial, Fandiño bridó la faena al público en los medios y desde allí citó al toro que tomó sumiso la muleta en tres pases y el de pecho con la derecha. Muy fijo y noble el animal, Fandiño forzó la hondura de los siguientes muletazos y el toro no lo aguantó desluciendo la segunda ronda. Al natural, sin mando ni temple, resultó desarmado y estos inconvenientes perjudicaron las en principio muy nobles embestidas del burel. Solo uno bueno dio en medio de varios intentos frustrados. Más con la derecha apurándolo todo sin que hubiera unanimidad de pareceres entre el público. Unos a favor y otros en cuenta. Mal al insistir para casi nada en un momento tan malo. Se le fue el toro y la oreja que debió saber ganar. Lo mató demasiado tarde de estocada corta trasera tendida atravesada y descabello. Silencio tras leve división.
De Cebada Gago fue el tercero, colorao de muy buenas hechuras. Un bello ejemplar. Huyó pronto de capotes y, antes de hacerlo del de Fandiño, le hizo un feo extraño. A partir del susto, el de Orduña tomó precauciones aunque por lo muy huidizo del animal apenas le dio opción de lucirse con el capote. Se picó solo. El primer puyazo lo tomó en el caballo contrario. Fandiño lo llevó al de tanda para el segundo con excesivos capotazos y permitió que le pegaran muy fuerte. ¿Por ver si así dejaba el animal de irse de una lado a otro? El toro esperó y se dolió en palos. Bien Curro Robles. Noble por el lado izquierdo, al dar Fandiño el segundo natural, el toro cayó a la arena. Otra vez en pie, más con la zurda sin unidad ni apenas alguno decente. Otro toro sin fuerza, mal lidiado, excesivamente castigado y otra ruina de faena en sucesivos intentos de prolongarla con la gente ya a la contra en su mayor parte. Lo mató de estocada trasera y descabello, silencio sepulcral.
El cuarto, un hermoso galán cárdeno obscuro de Escolar Gil, se dejó en las vibrantes verónicas de saludo que Fandiño recetó demasiado cerrado en tablas. Distraído este toro, Fandiño lo colocó de lejos ante el caballo y, aunque fue sin celo, apretó mucho al sentir el hierro, quedándose encelado por dentro. Mas lejos aún lo puso para el segundo puyazo y el toro se desentendió poniendo a todos en ridículo porque a este segundo fue al paso tras distraerse. Quite por chicuelinas muy ceñidas de Fandiño en los medios que también resultó en parte frustrado con una muy suciamente tropezada. Saltó un espontáneo y enseguida fue detenido. Euforia general en banderillas con ganas de que la corrida se fuera arriba de una vez tras una primera parte tan deslucida. Muy bien los rehileteros que saludaron una gran ovación. Fandiño empezó la faena por bajo con la derecha. Dos muletazos y a las rayas para intentar los redondos, otra vez sin suerte ni aciertos. Se movió demasiado el matador de Orduña, el toro le vio, le desarmó y por poco le coge al desbordarle. No hubo arreglo posible. Más pases enganchados, más respingos y a peor el trasteo que tampoco pudo tomar vuelo al natural. Por el izquierdo, tardeó el de Escolar y, aunque en algún muletazos metió la cara, en los demás, no. Muy empeñoso Fandiño pero torpísimo, dio la impresión de impotencia y de estar a merced de su oponente. Más a derechas sin posible arreglo sino todo lo contrario. Qué petardo más grande, señores. Pinchazo hondo tendido resultando rebotado y casi herido en la cara, y siete descabellos con aviso y pitos. E increíble ovación al toro en su arrastre.
El quinto fue del siempre esperado Victorino Martín. Se batieron palmas antes de que saltara el ruedo. Un muy serio cárdeno que buscó tablas y se asomó al callejón. No fue de los que enseguida meten la cara por abajo y Fandiño pareció un naufrago con el capote en el saludo. El toro empujó mucho y derribó en el primer puyazo. Le dieron estopa de paso. Fue alegre al segundo. Y la gente con el toro, como antes sin prestar ya atención al matador que ni siquiera hizo un quite. El tercio de banderillas se cubrió entre protestas por lo encojado que pareció estar el animal. Fue devuelto antirreglamentariamente. En su lugar soltaron un sobrero de Adolfo Martín. Cárdeno conipaso con más cara que cuerpo. En el recibo, Fandiño pareció un principiante indocumentado. El toro tampoco ayudó. Recibió duro castigo en varas. En vez de hacer un quite, Fandiño puso al toro de lejos y como fue, la gente encantada. Esta vez no le castigaron. Pero perdió las manos antes de ser banderilleado. Bien Miguel Martín en palos. Fandiño, pareció perdido y sin saber qué hacer. Corriendo delante del toro, quitándose asustado en los cites e impotente e incapaz de medio meter al animal en la muleta. Con tal actitud e ineptitud el toro empeoró poniéndose imposible. Y Encima, pinchó y repinchó (dos y tendida). Pititos. Esto mismo lo hace cualquier figura y se arma tal escándalo que hay que suspender el festejo en pleno tumulto.
El último toro fue de la ganadería portuguesa de Palha. Salió huidizo. Larga cambiada de rodillas y destemplado capoteo del diestro vasco. Y la gente, tragando. ¿También la prensa esta noche y mañana? Ni orden ni el más mínimo concierto en la lidia de este postrero ejemplar. Fandiño volvió a poner al toro de lejos al también y para colmo inválido. ¿Para taparse él? Pero el toro fue al caballo y por poco derriba. Otra vez de lejos y a matarlo en varas. ¡Qué escándalo, señores¡ Y otra vez sin hacer el quite. Los peones volvieron a estar lucidos en banderillas. Fueron los únicos salvables de la tardecita de marras. La faena de Fandiño fue otra demostración de impotencia y de vulgaridad absoluta. Trapazos, aliño y esta vez la bronca no pudo contenerse. Debería haberse cortado la coleta tras matar a este sexto tan desgraciado.
Fuente: De Toros en Libertad.