OCHO CON OCHO: RAPSODIA EN AZUL POR LUIS RAMÓN CARAZO
POR: LUIS RAMÓN CARAZO
El toreo en su historia ha sido solidario con múltiples causas, para dar hechos concretos son memorables los festivales a beneficio de los damnificados en los años ochenta del siglo pasado por el temblor que sacudió principalmente a nuestra capital y posteriormente por el huracán Gilberto que azotó a la península de Yucatán y en dónde para recabar fondos actuaron los principales toreros de México y de España volcándose los aficionados a los tendidos para expresar la solidaridad del toreo para mitigar la tragedia.
Por cierto la Asociación Gilberto surgida desde aquellos años está vigente y trabajando para bien de México integrada por mujeres con gran amor por sus semejantes.
En el siglo pasado parte de los ingresos de las plazas de la ciudad de México se destinaban a la Asistencia Pública por la organización de los festejos taurinos que se celebraban principalmente en la plaza de toros México y son innumerables los miembros o no de la familia taurina que han recibido la muestra de la generosidad de los aficionados en momentos de agobio.
Así aconteció el 2 de abril del año pasado con un festival y ahora para darle seguimiento otro celebrado el 19 de marzo de 2015 en la misma plaza de la familia Arroyo al sur de nuestra capital, además de un evento benéfico dónde el toreo se vistió de Azul para apoyar a Autism Speaks, una organización internacional dedicada a difundir y crear conciencia acerca del autismo y quién lanzó una campaña de concientización que consiste en iluminar de azul (color con el cual se simboliza el autismo) edificios emblemáticos y monumentos históricos.
Entre los muchos voluntarios el que encabeza la organización es el matador Gerardo Gaya y uno de sus colaboradores más cercanos es Pedro Pinzón ejecutivo y buen aficionado práctico, sin dejar de resaltar las contribuciones de las fundaciones taurinas de los matadores Zotoluco, José Tomás y El Juli y a muchos más que sería imposible enlistar en este espacio.
Para diseñar el cartel del festival hubo una fotografía sensacional de Iñigo (nieto de Jorge de Haro y Patricia Lebrija) tomada en una visita a la ganadería queretana por Gerardo Gaya en el transcurrir de su periplo para lograr que los ganaderos mexicanos lo apoyen y lo hicieron con mano generosa; Jorge de La Antigua, Jaral de Peñas de los Barroso, Lebrija, Marrón y Caparica de los Muños Cano y Roberto Viezca ahora apoderado de Sergio Flores, cada uno aportó un novillo.
En el festejo destacó por su acometividad y recorrido el de Jaral de Peñas tanto así que recibió una merecida vuelta al ruedo a sus restos y Juan Pedro Barroso junto con Arturo Saldívar recorrieron triunfales el ruedo de la plaza sureña. La embestida del burel desde la salida fue alegre, enjundiosa y con celo, desde luego la faena deArturo fue la de un torero preparado para en unos días actuar en Sevilla y Madrid, así como también en Aguascalientes y Texcoco.
Noble fue un toro chaparrito de Lebrija que fue aprovechado particularmente hacia al final por el organizador del festejo el matador de toros en retiro Gerardo Gaya. El de Marrón fue difícil pero le tocó a un torero de técnica como es El Zotoluco y salió avante, como también le sucedió a Fernando Labastida con el de La Antigua que en un principio fue incierto pero que tuvo para la lidia muleta cierta nobleza, por cómo toreó merece más oportunidades el torero potosino.
Arturo Gilio abrió el arcón de los recuerdos aún frescos en la memoria de quienes lo vimos cimbrar como novillero y matador a la plaza México en los noventa. Ahora retirado de los ruedos y dedicado a ser empresario, se preparó a conciencia y físicamente se veía como para reaparecer.
Recordé cuando convalecía de su gran etapa de novillero y luego como con Rafael Rodríguez han sido los únicos que confirmando la alternativa en La México, han obtenido los máximos trofeos; los deGilio de orejas y rabo el 5 de febrero de 1992 con el toro Navegante de De Santiago; la de Rafael con un toro de Coaxamaluca el 19 de diciembre de 1948, cuando por aquellos años los máximos trofeos eran una oreja y el rabo en la capital.
Lo que es importante enfatizar es lo emotivo que resultó un evento hecho con el corazón taurino que latió a toda su capacidad para apoyar a quienes lo necesitan y que taurinamente nos dejó la ilusión puesta en el próximo año, cuando una vez más el toreo se vista de azul para hacer conciencia que 1 de cada 110 infantes de nuestro país, padecen una enfermedad incurable pero que a todas luces se puede paliar con el amor y la voluntad de quienes entienden que es una gran alegría ayudar a los que lo necesitan y que mejor que aportando al toreo para una causa tan noble y emotiva.
Enhorabuena y que se repita muchas veces