jueves, 22 de enero de 2015


LA CRÍTICA INFLUYE SI ES SOLVENTE E INDEPENDIENTE.


Por: J.A. del Moral.

Hasta no hace mucho, a quienes no ejercían la crítica en grandes medios, apenas se les tenía en cuenta.
Gran parte de la prensa taurina suele emitir juicios críticos sobre determinados toreros, en la creencia de que las empresas les contratarán o no para que figuren en las ferias – sobre todo en las más importantes – según sus opiniones sean favorables o desfavorables. No es cosa de ahora. Así ocurrió y seguirá ocurriendo.
La crítica tenida por más influyente por el solo hecho de emitir juicios desde tribunas en grandes y/o en importantes medios de comunicación, piensa que por el solo hecho de poder decir o escribir a favor o en contra de alguien, lograrán sus propósitos. Por eso se enfadan cuando no lo consiguen. En ello está alguno ahora mismo…
Caso aparte son los críticos que, por su conocimiento y larga experiencia, suelen coincidir con la realidad valorativa de la profesión. Somos los menos, la mayoría no opinamos en grandes tribunas y, cada vez que las ocupamos, los instalados procuraron y procurarán por todos los medios que las perdamos. Seguirán haciendo lo posible y hasta lo imposible para que así continúe ocurriendo.
Hasta no hace mucho, a quienes no ejercían la crítica en grandes medios, apenas se les tenía en cuenta. Pero desde que la información ocupa abundante e innegable sitio a través de internet, si los que escriben digitalmente, son competentes en la materia y escriben desde la independencia, influimos bastante más que los santones del papel que, por cierto, aunque también publican sus opiniones a través de la red, carecen de la patente de corso que gozaron y, por lo tanto, de capacidad influyente.
En la actualidad, todo esto suele suceder durante la antesala de los primeros ciclos feriales que, en España, son los de Castellón, Valencia y Sevilla. Sus respectivos organizadores se fían más de sus propias opiniones y actúan en función de sus criterios. Muy pocas veces toman decisiones por lo que les aconsejan los críticos tenidos por importantes. Para su desgracia son falsamente importantes porque, si no estuvieran amparados por grandes marcas de los medios, apenas tendrían lectores.
Ahora mismo se está presionando fuertemente a la empresa de Castellón para que contraten a Diego Urdiales, en base a su discutido y discutible éxito en la pasada Feria de Otoño en Madrid. Cuestión frecuente a raíz muchos triunfos venteños, por cierto. No pocos críticos tiraron la casa por la ventana cantando lo que Urdiales hizo con manifiesta exageración ante un buen toro de Adolfo Martín y ahora comprueban que no les ha servido para nada.
Antes lo habían hecho para que además de para Catellón, también fueran contratados para Fallas y Sevilla otros toreros de su particular predilección, como fueron y algunos todavía son los Curro Vázquez, Juan Mora, Javier Vázquez, Víctor Puerto, Uceda Leal, el todavía inevitable Frascuelo y muchos más de categorías más o menos estimables.
Por el contrario, las persistentemente negativas cuando no acervas críticas hacia toreros que detestaron y destetan en mayor o en menor medida, nunca lograron, ni logran, ni lograrán que dejen de estar presentes en la mayoría de los grandes ciclos.
Los tres casos más extremos de cuantos hayamos visto durante los últimos cincuenta años fueron Manuel Benitez “El Cordobés”, Paco Ojeda y el más reciente El Fandi, salvando las distancias que les separan en estilos y talantes. Sus carreras apenas habrían tenido importancia si los empresarios se hubieran mostrado de acuerdo con lo que gran parte de la crítica más importante de sus respectivas etapas opinaron sobre ellos… ¿O no?
Siempre pensé y lo sigo pensando que las críticas más duras o las más favorables que verdaderamente influyen para bien o para mal sobre cualquier torero es la de los propios profesionales. Por todo ello, es tan raro que coincidan con la de los que la ejercen en los medios si no son realmente competentes en la materia ni absolutamente independientes y, por consiguiente, molesten tanto.
La tremenda pena es que competentes e independientes, somos poquísimos…