JOSÉ TOMÁS MAS ALLÁ DE AGUASCALIENTES
Por: Carlos Ilían.
Cuando se anunció oficialmente por parte de la empresa Espectáculos Taurinos de México, del empresario y financiero mexicano Alberto Bailléres, la contratación de José Tomás para la feria de San Marcos entró en ebullición todo el ambiente taurino en México, pero el fenómenos abarca al resto del mundo de los toros. Para entender esta especie de locura colectiva que ha originado colas kilométricas en las taquillas, saturación de reservas en los hoteles, petición de acreditaciones por parte de docenas de medios de todo el mundo, habrá que remontarse al 24 de abril de 2010.
La tarde de aquel día el toro Navegante hirió gravísimamente a José Tomás, precisamente en el ruedo de Aguascalientes. El torero estuvo entre la vida y la muerte, tardó casi un año y medio en recuperarse y su cogida mantuvo en vilo a los aficionados, además de interesar a la opinión pública en general y contribuir a que crezca la leyenda que se ha tejido en torno a este torero. Sin duda una especie de morbo, un carisma especial, el perfil trágico de un torero excepcional, todo ello se confabula para que esta actuación de José Tomás el 2 de mayo, junto a Zotoluco lidiando toros de Fernando de la Mora, se haya convertido en caso de locura colectiva alrededor de una plaza de toros, la de Aguascalientes, en el regreso de JT al ruedo donde pudo perder la vida
Sin embargo todo este monumental ambiente que rodea la actuación de José Tomás tiene otras lecturas y nos obliga reflexionar sobre el cómo y el porqué de la presencia de José Tomás en los ruedos después de su cogida en 2010. A partir de 2012 el torero apenas se deja ver tres tardes cada temporada. Badajoz, Huelva y la histórica mañana de Nimes en 2012; ninguna actuación en 2013 por la lesión que sufrió en un pie mientras se entrenaba en el campo y otras tres tardes en 2014 en las plazas de Granada, León y Málaga. Mientras tanto el silencio, el mutismo, la falta absoluta de información sobre los proyectos del torero de cara a sus actuaciones ha venido marcando este período, en el cuarto año de expectación, como si el anuncio de una contratación fuera algo insólito.
Nadie puede negar que José Tomás está en todo su derecho de preparar y concretar sus contadas actuaciones. Pero es que no estamos ante un torero marginal, no una figura más. Estamos ante, tal vez, el último torero de leyenda, el único capaz de movilizar a millones de personas, y el gran referente de la tauromaquia más genuina. Por eso el misterio, el silencio y la reducción casi al mínimo de sus actuaciones, marginando a su plaza, la de Madrid y todas aquellas en las que la gente suspira por verle, se nos hace muy difícil de digerir, mientras tenemos que soportar la mediocridad y la vulgaridad que en general reinan en el toreo actual.
Así pues que, en efecto, estas reapariciones sin haberse ido, todo esta locura como si José Tomás volviera del más allá, a muchos, sus irreconciliables y muy fervientes enemigos, les suena a estrategia con fines económicos y al resto, a la mayoría, a quienes lo consideramos una figura imprescindible y un paradigma, todo esto nos desconcierta. José Tomás tiene una responsabilidad que no debe eludir: la de ser coherente con su leyenda, con su condición de figura de época que no puede jugar al escondite y al ahora me dejo ver por un ratito. El toreo lo necesita más allá de Aguascalientes…