jueves, 18 de junio de 2015

¡Una fiesta de Legalidad...o Corrupción!

¡UNA FIESTA DE LEGALIDAD...O CORRUPCIÓN!

Por: Xavier Toscano G. De Quevedo



Se viene tornando en algo muy repetido en las últimas semanas de este mes de junio que nos marca el final del primer semestre del año, ver cómo se han reducido muy significativamente los festejos en los diferentes cosos de nuestro país. Tratando de encontrar alguna probable justificación, podríamos pensar que fueron meses de mucho bullicio electoral, en el que una parte de nuestra sociedad estaba en un principio inmersa en el proceso, pero que al paso de los días se fueron mostrando cansados, displicentes y sin voluntad ni energía para pensar en opciones de entretenimiento. Otra más de las potenciales causas, y es quizás la más cercana a la realidad, es la difícil, inestable y penosa situación social y de seguridad por la que estamos atravesando en estos momentos en todo nuestro territorio, y que los actuales gobernantes no han mostrado la más mínima capacidad para resolverla. Y añadiremos a estas conjeturas la terrible y precaria situación económica que tiene hundida en una alarmante pobreza a un importantísimo segmento de la población en nuestro país.
Las condiciones climatológicas de igual forma tienen su rol de importancia en la disminución del número de festejos, y mucho más en este año en el que la madre naturaleza se ha manifestado con toda su fuerza, principalmente en los estados del sur de nuestro país, en donde tradicionalmente por estas fechas en años anteriores veíamos con agrado cómo se programaban un cantidad importante de corridas.
Sin embargo, ¿no será acaso qué el problema radica en que no existen los elementos esenciales,  importantes y capaces —léase toreros— para que se programen festejos en nuestro país? Porque no podemos olvidar y mucho menos eludir que cuando regresan las figuras españolas a su país para participar en la temporada en la Península Ibérica y Francia, las empresas en México se quedan imposibilitadas para la elaboración y programación de carteles, lo que nos lleva de inmediato a ver con tristeza y desesperación cómo las plazas empiezan a cerrarse. Al mismo tiempo que este escenario se presenta, los toreros nacionales se marchan de inmediato a España —¿en busca de oportunidades?— tratando de ver si alcanzan acomodo en algún cartel, no obstante que éste sea en una plaza de tercera o cuarta categoría, escenario que bien saben es muy improbable, o más bien imposible por las condiciones económicas que igualmente aquejan a España y que ha dado como resultado que muchos empresarios se han visto en la necesidad de disminuir la programación de sus festejos.
Todas estas vicisitudes y problemas —que bien englobaría la palabra “tragedia”— con las que se tienen que enfrentar los toreros de nuestro país cuando viajan a otras latitudes, es el reflejo de lo que ha sucedido por décadas en la fiesta de nuestro territorio, pero que neciamente continúan evadiendo, y no se han detenido a buscar, o no les interesa encontrar, una pronta y auténtica solución, prefiriendo extender su situación de víctimas, y utilizar el argumento —deteriorado y fastidioso— de que no reciben el mismo trato que aquí se les concede a los toreros españoles cuando vienen.
Por qué se engañan, si saben perfectamente que nadie los va a contratar en otras latitudes, y si así ocurriera no estarán alternando con las figuras españolas, ya lo vimos en la feria de Sevilla, y en San Isidro, en Madrid, además de que nada sobresaliente aconteció con los que ahí participaron,  por lo cual no habrá lugares para ellos en las ferias y plazas que continuarán en el calendario taurino español y francés, rescatándose únicamente a Joselito Adame —premiado en San Isidro por la mejor estocada— que por sus triunfos será colocado en varias plazas de primer orden, pero que no obstante a sus logros no entrará en los carteles de las figuras importantes.
Los festejos de varias ferias ya están cerrados, y en ellos leemos los nombres de Enrique Ponce, la máxima figura del toreo mundial, en torno la cual gira el planeta de los toros, la figura de “El Juli”, Manzanares, Miguel Ángel Perera, Morante, Sebastián Castella, máximo triunfador de la feria de San Isidro, y otros toreros de primer orden que alternarán indistintamente en los carteles “cumbres” de cada feria, pero únicamente ellos y nadie más, y con mayor razón ninguno de los toreros de nuestro país será llamado.
Pero regresemos al contexto de la fiesta en nuestro país, que es en donde se origina el problema; siempre será necesaria y fundamental la presencia de las figuras españolas para que los empresarios abran sus plazas —obviamente aquí si alternarán con los nuestros—, pero como ha ocurrido por décadas, pondrán ellos sus condiciones y les avalarán todos sus caprichos sin que nadie les reproche absolutamente nada, por lo contrario, todos “parejos” le entrarán al mismo carril.
¿En cuántas ocasiones venimos escuchado en los últimos años las palabras “Ilegalidad” y “Corrupción”? ¿Cuánto empeño ha puesto la sociedad para erradicar este sombrío problema que ha mermado la credibilidad en nuestra nación durante tantas décadas? Es un gran rompecabezas el problema de la “ilegalidad y corrupción”, que no es otra cosa que burlarse, eludir o evitar el cumplimiento ordenado de leyes, normas o reglamentos que han sido diseñados para el funcionamiento correcto y oportuno de las diferentes acciones y actividades dentro de una sociedad, pero en la cual siempre aparecen personas deshonestas y sin escrúpulos que se prestan para que lo legal se convierta en inmoral.
Y por lo visto, la fiesta brava de nuestro país no podía estar al margen de estos hechos, y tampoco eludir a este tipo de personajes. Así que ya no busquen pretextos, y mucho menos quieran sentirse marginados, los triunfos que pueden posicionarlos en un lugar importante, solamente se lograrán cuando se olviden de sus ilegalidades, y acepten que el único camino verdadero es con la presencia en los ruedos de su Majestad El Toro Bravo.