jueves, 25 de septiembre de 2014

Miguel Ángel Perera, en su gran año: “Tengo como espejos a Paco Ojeda y al maestro Dámaso”

Por F. Ojados – Murcia.

Miguel Ángel Perera es sin duda alguna el torero de la temporada. Sus dos puertas grandes de Madrid y la regularidad de triunfos han hecho del torero extremeño el referente de todas las ferias.
-Está cuajando usted un temporadón.
-Estoy muy feliz por cómo está saliendo todo. Está siendo un año muy especial en todos los sentidos, y quedan todavía compromisos muy importantes durante el mes de septiembre y en octubre, y ojalá los pueda rematar con el mismo nivel como hasta ahora.
En Murcia torea con otro puntal de la temporada, El Juli, y un torero con otro planteamiento distinto de temporada, como Finito. ¿Qué le parece el cartel?
-Me parece un cartel muy rematado, con una ganadería en la que tengo mucha fe puesta, de las más importantes que hay ahora mismo y de la que he tenido oportunidad de matar unas cuantas corridas, como la de este año de Madrid. A eso se une que es en Murcia, una plaza en la que me siento muy a gusto, muy especial para mí, porque siempre lo primero es lo que se te queda marcado y en Murcia fue donde indulté el primer toro de mi carrera. Es una feria a la que vamos los toreros con mucha ilusión.
-Aquel toro era de Fuente Ymbro. Precisamente el ganadero, Ricardo Gallardo, dijo el otro día de usted que Perera puede ser un torero eterno, que puede ser el más grande de la historia.
-Ricardo habla desde la pasión y la amistad. Para mí es una de las personas más importantes que he conocido en el mundo del toro. Amigo de los de verdad y un padre taurino. Todo lo demás, con el paso del tiempo se verá y uno llegará donde tenga que llegar.
-¿Esta y la de 2008 son sus temporadas más rotundas?
-La temporada de 2008 fue en número mucho más abultada. Abrí muchas puertas grandes pero me quedo, por la forma de estar en la plaza, con las tres últimas temporadas, la de 2012, la de 2013 y especialmente ésta de 2014. Los dos últimos años ha habido faenas muy redondas que no siempre han sido bien rematadas por la espada y este año sí he asegurado los triunfos con el estoque, como en las tardes de Madrid. Está siendo un año muy completo en todos los sentidos, también con la espada, y por tanto estoy cortando las orejas.
-¿Cómo son las sensaciones de abrir la puerta grande de Madrid, cortar tres orejas y, con toda la presión sobre usted, volver a Madrid y de nuevo salir a hombros?
-Son sensaciones indescriptibles. Vives un sueño despierto. Es aquello con lo que los toreros soñamos a diario, por lo menos en mi caso. Cuando te preparas y te sacrificas a diario lo que sueñas es esto. Por suerte, yo lo he vivido y lo he podido desarrollar en la plaza más importante del mundo. A plaza llena, con esa expectación, con las cámaras de televisión y con toda la prensa de acuerdo, es una sensación única, un auténtico privilegio.
-¿Se ve techo?
-Siempre me ha obsesionado mucho el hecho de quedarme estancado y no evolucionar. Me preocupa mucho no avanzar y, gracias a Dios, he ido creciendo y ahora mismo mi impresión personal es que no sé cuantificar en qué punto me encuentro de mi carrera, pero sí tengo la seguridad de que en este décimo año de alternativa es el momento en que mejor me encuentro. Estoy en ese punto de acercarme mucho al torero que siempre he buscado y que siempre he querido ser.
-¿Qué razón tienen los que dicen que Perera es el ‘ojedismo’ mejorado?
-Algo de razón tienen, pero el maestro Paco Ojeda y yo somos toreros distintos. Ojeda ha sido un referente, al igual que el maestro Dámaso, por el terreno que han pisado y las cosas que les han hecho a los toros. Y yo a los dos los tengo como espejo, sobre todo a Ojeda, como revolucionario y torero que cambió el toreo en una época. Los tiempos son diferentes y han variado muchos matices de la tauromaquia de esa época en comparación a la de ahora. Hoy en día, los toros llegan un poco más agotados a la muleta y mi toreo exige un toro muy vivo, por lo que me gusta dejarlos muy enteros, lo que conlleva una dificultad para meterse en esos terrenos.
-Hace unos años tenía quejas sobre un sector de la prensa; ahora tiene a todos de acuerdo.
-Es una de mis grandes satisfacciones. La primera satisfacción para mí es disfrutar con lo que uno hace y que le llene a uno mismo, y después que todos o casi todos te reconozcan que vas mejorando. Qué duda cabe que por ese punto de vanidad que tenemos todos los seres humanos, da satisfacción que te reconozcan. Pero lo principal es que uno esté tranquilo a nivel personal con lo que consigue.
-¿Qué parte del éxito de Perera se debe al apoderamiento independiente de Fernando Cepeda?
-Ya llevo seis años en ese camino de la independencia. La mejor decisión que pude tomar en mi vida taurina fue elegir como apoderado a Fernando Cepeda. Cuantificar el porcentaje es difícil, pero lo que sí está claro es que esto es un equipo en el que debe haber una compenetración perfecta, en la que el torero debe dar argumentos al apoderado y el apoderado rentabilizar los éxitos de la plaza. La simbiosis es perfecta. Es difícil entender lo que sería Perera sin Cepeda. Es la persona más importante en mi carrera taurina, donde la relación no se queda en lo comercial sino que se vincula a una idea de lo que debe ser la carrera de un torero.
-Los toreros tienen muchas manías, ¿puede ser porque pasan mucho miedo?
-Pasamos muchísimos miedo. Mucha tensión. Cada tarde hay mucho en juego.
-¿Cómo se llega a tener esa seguridad para quedarse quieto y no moverse cuando un toro está tocándole la taleguilla con los pitones?
-Es difícil de explicar. Es el resultado, primero, de una forma de entender el toreo; segundo, de unas condiciones innatas y, por último, de unos conocimientos y una confianza que te hace creer que tienes al animal dominado. Cuando se llega a ese momento se tienen unas sensaciones muy especiales, de lleno personal.