Respuesta a "ME CORTÉ LA COLETA"
Comunicado
Publicdo por: Hassan González
Publicdo por: Hassan González
Por Luis Alfonso García Carmona, Director Ejecutivo de ASOTAURO
Pintura:Suerte de varas, de Eugenio Lucas Villamil
ME CORTÉ LA COLETA
Por: Ana Cristina Restrepo
Crecí sentada en la barrera de sol de la Macarena.
Recibí una montera de manos de Pepe Cáceres, atrapé en el aire orejas ensangrentadas, arrojé claveles rojos sobre el rastro de un toro muerto en la arena. Iba a condumios y remates.
La pequeña Electra que fui descubrió en la fiesta brava el único lugar para acaparar a mi papá; mi madre y mi hermano detestaban las corridas. Escribí la tesis de pregrado sobre periodismo taurino, todavía atesoro la enciclopedia Los Toros, de Cossio, y Toros, toreros y público, de Antonio Caballero.
Fui más que una simple taurófila.
Cubrí las ferias de Manizales, Cartagena y Medellín. Con Enrique Ponce descubrí el diámetro de mis bostezos; con José Ortega Cano, lo que es “el oficio”; con José Cubero, el Yiyo, los caprichos del destino. Rompió mi corazón.
En misión periodística, cabalgué entre toros de lidia —nobles, desprevenidos, preciosos— con el mayoral de La Carolina: entonces empecé a amar los toros y no las corridas.
En 2009 asistí a la plaza por última vez: salí asqueada de los taurinos adentro (me incluyo) y de los antitaurinos afuera.
Discutir en torno al toreo como “arte”, sobre la base del concepto de “lo bello” es estéril, pura subjetividad.
No me detendré en el “derecho a la vida del animal”. Somos parte de una cadena alimenticia que suele interrumpirse en nosotros por cuenta de los hornos crematorios.
La tortura sí es cosa aparte.
La corrida ortodoxa es tan cruel como la que carece de banderillas, varas y estoque: el animal aprende. Un toro avisado será intranquilo para siempre, reconocerá el engaño, después de capoteado sabrá a dónde embestir (los novillitos “expertos” que viajan de plaza en plaza son monstruos).
Me corté la coleta porque mis ojos dejaron de ver la belleza en la pericia del torero para concentrarse en el dolor del toro. Además, con el paso de los años, los mafiosos me estorban más, y no quiero decir que todos los taurófilos lo sean, pero no lo neguemos: los tendidos son la pasarela excelsa del traqueto.
Mis epifanías esporádicas se convirtieron en resplandor. No me enorgullece haber ido a toros, pero tampoco me siento peor persona por haberlo hecho.
Conservo mi sombrero cordobés, el agüero de no vestir de amarillo, el recuerdo de Miguel Hernández y García Lorca en la voz de mi padre. El desprecio por quienes defienden la tradición como ley inapelable.
Una severa reglamentación, supervisada, sería una estocada certera para la industria taurina. Quienes argumentan que “sin las corridas se extinguirá el toro de lidia”: confíen en la teoría de la adaptación, que desaparezca por su propia naturaleza, no por la humana.
En cuanto a la afición: tal vez se hartará, será toda piedra, como los toros de Guisando. Los taurófilos conversos somos como el toro bravo: ante el castigo crecemos. Compensamos nuestra falta de casta taurina con nobleza humana. Merecemos vuelta al ruedo. Y, por qué no, el indulto.
Respuesta a “Me corté la coleta”, de Ana Cristina Restrepo
Aflora en sus palabras un inocultable sentimiento de orgullo por los momentos que la Fiesta de los Toros le ha permitido disfrutar, así como una nostalgia por tan bellos y sentidos recuerdos.
Su decisión de no volver a la plaza, cualquiera que sea la motivación para ella, es respetable, así como lo es la de quienes queremos seguir disfrutando del espectáculo taurino.
Comparto su disgusto con la actitud de muchos taurinos: los apoderados de las figuras que se empeñan en exprimir a las empresas y, por ende, a los aficionados; los “vividores” que merodean en busca de su propio beneficio: los tramposos, que también los hay, y les importa una higa la suerte de la Fiesta: lo suyo es medrar antes de que todo se vaya a pique.
Capítulo aparte merecen los “antitaurinos”. En su afán de imponer al resto de los mortales su particular opinión sobre la Tauromaquia, no dudan en apelar a cualquier medio : El abuso del poder ( como lo demuestra el alcalde de Bogotá), la violencia verbal o física contra los asistentes a las corridas de toros, las mentiras e improperios de toda laya en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales, todo es válido para ellos.
No creo que sea estéril o subjetivo afirmar la categoría artística del Toreo. Como arte lo definen tanto la Academia de la Lengua como nuestra propia Ley. Mentes tan brillantes como la de Vargas Llosa así lo reconocen. Y no la voy a cansar con la extensa lista de pintores, poetas, escultores, músicos, escritores de talla mundial que defienden la calidad artística de la Tauromaquia, con sus palabras o sus obras.
Donde sí tenemos que apelar a la ciencia es en el punto del dolor y del estrés. Sobre este tema, el profesor Juan Carlos Illera del Portal ha venido realizando pruebas de campo a miles de toros para demostrar no con palabras, sino con resultados de laboratorio, que el toro no siente estrés durante la lidia y que el dolor que le pueden infringir con una banderilla o una pica , es bloqueado en por el exagerado volumen de betaendorfinas que su sistema nervioso libera. No es el espacio ahora para disertar sobre este punto, pero la invito a analizar estos estudios avalados por la Universidad Complutense de Madrid.
Hablar de tortura sí es un ex abrupto, ya que ese vocablo se refiere al hecho de causar dolor a una persona indefensa , todo lo contrario de lo que ocurre en la corrida, en la que se busca no la indefensión, sino que el animal pelee y ponga en peligro de muerte al torero, como en efecto ocurre.
Si lo que desea es no volver a ver a los “mafiosos”, le aseguro que ello no lo va a conseguir dejando de ir a los Toros. Le recomiendo más bien que no vuelva a ver televisión nacional, donde los programas más vistos son los que se refieren a la mafia; no vaya a fútbol, pues hay dinero de la mafia por todos lados; ¿para qué engañarnos, si todos los estamentos de nuestra sociedad están permeados por ese dinero maldito?
La conclusión a mi parecer debe ser : Más que defender los Toros, lo que debemos defender son los derechos de los taurinos a presenciar libremente un espectáculo artístico, sin que los enemigos de la Fiesta nos agredan y sin que los políticos de turno quieran conseguir votos prohibiendo lo que no deben prohibir.
LUIS ALFONSO GARCÍA CARMONA, Director Ejecutivo de ASOTAURO