lunes, 22 de septiembre de 2014

“Que cabresteen o se ahorquen”      

Por: José Santos Alonso

 Hace apenas dos días, este 16 de septiembre próximo pasado celebramos el ducentésimo cuarto aniversario del inicio de nuestra independencia, proclamada por don Miguel Hidalgo y Costilla cura  de Dolores,  que asociado con el liberal criollo Ignacio Allende, capitán de dragones de la reina, doña Josefa Ortiz de Domínguez y Juan Aldama entre otros actores de menor jerarquía, nos dieron patria.


Don Miguel Hidalgo y Costilla fue un hombre de su época, de formación liberal y  gran erudición filosófica y científica; políglota, incansable emprendedor de industrias y líder indiscutible de masas. 

Así mismo gustaba de los placeres mundanos  por lo que encajaba muy bien en los altos estratos de la sociedad colonial lo que le facilitó propagar sus ideas libertarias a los criollos; entre sus pasatiempos favoritos se contaban el juego de cartas, el toreo a caballo y cortejar a las damas.

La sociedad colonial cuya élite la conformaban los españoles y los criollos se encontraba profundamente dividida por la radical discriminación de los hispanos hacia  estos últimos, que siendo legítimamente españoles por su estirpe y además novohispanos de nacimiento y que por lo tanto se creían merecedores de las prerrogativas   de los españoles por partida doble, eran excluidos de los privilegios de estos, que gobernaban tiránicamente sin tomar en cuenta a los americanos que,  para colmo de males se sintieron amenazados con la invasión napoleónica a España y  el arresto del rey Carlos IV y su heredero Fernando VII  lo que precipitó  su deseo independentista.

Este ánimo de sublevación de los criollos novohispanos para independizarse, que posteriormente se convirtió en un movimiento del pueblo por las condiciones tan miserables a que eran sometidos por los españoles, fue motivado como quedó dicho, por la discriminación de los españoles hacia los criollos quienes lideraron el movimiento libertario.

No se sabe exactamente lo que el cura Hidalgo dijo en su arenga de sublevación el 16 de septiembre de 1810. Sin embargo se conoce que  las únicas dos frases que de seguro pronunció fueron: “Muera el mal gobierno” y “Vamos a coger gachupines”. 

Gachupines que es una palabra de procedencia indígena,  quiere decir “zapatos que pican” en alusión a las espuelas que calzaban los conquistadores y, en su origen no tuvo ningún sentido despectivo o insultante, no obstante ahora si lo tiene, cuando menos desde el Grito de Dolores en el cual don Miguel Hidalgo azuzó al pueblo a “Coger gachupines” que eran enemigos de los criollos y del pueblo.

La historia no ha cambiado mucho, al menos en el ámbito taurino en el cual los toreros españoles de poca cultura y mucha arrogancia en su gran mayoría, todavía creen que México es tierra de conquista y vienen con grades ínfulas y con la pretensión de  ganar mucho a cambio de retribuir muy poco y, lo peor es que lo consiguen con la complicidad de las empresas y los miles de aficionados malinchistas a quienes el cronista taurino Leonardo Páez bautizó muy atinadamente como “Mexhincados” por la obsesión  de sentirse menos ante los españoles.

Reivindiquemos nuestra fiesta ya es tiempo de cambiar la historia,  sigamos el ejemplo de las empresas  “El Paseo” de San Luis Potosí, el de la Monumental de Zacatecas, y el de la plaza de San Miguel el Alto que apostaron a los toreros nacionales en sus ferias.  Apoyemos a nuestros toreros como ellos y, cuando vengan los ultramarinos pongamos nosotros las condiciones sin complejos, en vez de que ellos nos condicionen y, como a los nacionales: Al que nos cumpla se le cumple y al que no  cabresteé  ¡PUERTA¡