Es lo que digo yo: Una encerrona, una ilusión y una desilución.
Por Luis Cuesta
Joselito Adame llego con todos los parabienes de la afición mexicana a su encerrona, partió plaza elegantemente vestido ante un entradon como hace mucho no se veía en la ‘Vicente Segura’ de Pachuca, producto de la gran temporada Europea del torero y del gran trabajo de su administración.
Algunas crónicas de la encerrona de medios congruentes creo que ya han desglosado oportunamente con mucho acierto el festejo, pero no podemos tapar el sol con un dedo, Joselito no estuvo al nivel de las expectativas, bueno ni siquiera estuvo a la altura de los dos mejores astados que le tocaron en suerte.
Pero eso no es ninguna novedad, es cierto que Joselito es un muchacho con mucho mérito, con una carrera exitosa que ha sido apuntalada por triunfos muy importantes asi como por una atinada gestión de apoderamiento. Pero la realidad es que Joselito no es un torero exquisito ni ortodoxo, ni tampoco un revolucionario. Es un buen torero, muy alegre y bullidor que llega mucho a la gente.
Muy lejos está todavia, pero muy lejos de algunas de las ultimas figuras del toreo en México y no me voy a ir a la época de Manolo, Eloy y Curro. Me remito a la época de Mariano Ramos, David Silveti, Miguel Espinosa “Armillita” y Jorge Gutiérrez en los años noventa
Bastaron seis toros de lo mejor de nuestras ganaderías para darnos cuenta de la real dimensión de este toreo, una dimension que todavía se queda muy corta de aquella que nos quieren vender a toda costa. Lo de ayer sin duda fue un acierto en términos comerciales, pero un desacierto en lo artístico y finalmente es lo que perdura.
La presentación del ganado también dejo que desear, independientemente del juego de los astados, pero lo más preocupante fue ver a Joselito por debajo de la extraordinaria casta y nobleza de los astados de Montecristo y Xajay. No fue ni por mucho el torero de la pasada temporada de La Plaza México, no solo en sus formas, si no en su actitud, ni la sombra de aquel torero que se quería comer el mundo en el 2013.
La realidad es que ayer en su encerrona se vio impotente por momentos… y en otros anduvo convertido en una pegapases insulso, sin ideas, conformista e inseguro.
Una actitud muy extraña sobretodo porque estaba frente a un encierro seleccionado con pinzas para su entera satisfacción, con toros cómodos de pitones en su mayoría, algunos nobilísimos y de largo recorrido como los corridos en segundo y quinto lugar. Lamentable fue ver que algunos de los toros acabaran con los dos pitones escobillados antes de entrar al caballo.
Hasta la llegada del quinto de la tarde fue cuando en verdad exploto el triunfalismo que llego de la mano de un público feriante y un presidente incompetente, que se rindieron ante un torero que estuvo por momentos por debajo de la extraordinaria casta y nobleza de Buen Amigo de Xajay – un astado fijo en los caballos, con buen galope en banderillas y largo recorrido en la muleta- con el que Adame hizo en general una faena intermitente, acelerada, y de escaso temple.
Al final del festejo se llevó cinco orejas de las cuales dos resultaron polémicas por excesivas, pero aprobó la prueba en gran parte por esa noble afición que ayer lo apoyo incondicionalmente y también por lo bien que anduvo con la espada, aunque el triunfo mas grande fue el que se apuntaron aquellos que manejan su aparato mediático.
Otras tardes mejores le llegaran a Joselito y seguramente con mas solera en su todavía joven carrera, para que podamos observar una mejor versión de este torero en el que muchos tienen puestas todas sus esperanzas.
Es lo que digo yo.
* De la transmisión por TV del festejo ya escribiremos algo durante la semana, porque fue de verdad lamentable por su predisposición tendenciosa hacia el torero durante todo el festejo, impropia de un periodista de la categoría, experiencia y seriedad de Heriberto Murrieta, al que respeto y admiro entre otras cosas por su gran trayectoria y profesionalismo en todos los medios de comunicación en donde ejerce su profesión.
Mas sin embargo el espectador merece respeto, pero sobretodo se merece seriedad e imparcialidad, ya que deben de existir códigos de ética y de máxima responsabilidad hacia el televidente hasta para narrar un festejo taurino.