martes, 21 de julio de 2015

Al compás de la lluvia-Puntos suspensivos a la novillada...no a la bravura

AL COMPÁS DE LA LLUVIA-PUNTOS SUSPENSIVOS A LA NOVILLADA...NO A LA BRAVURA
Así embistió “Ocho Filas”  dedea la muleta de Emilio Macías.

Saltillera de Juan Pablo Herrera. Foto: Humberto Cruz.

Por: Luis Eduardo Maya Lora 

Cuando el novillo bravo segundo es arrastrado con cerradísima ovación surge el primer “moralazo” de la Temporada: Jesús Morales se sale del Palco y omite el Arrastre Lento, el azote pluvial aparece por primera vez en el presente ciclo. Una pena y desgracia no poder terminar de ver lidiar a De Haro en su presentación que no sabemos cuando podremos volver a verlos, quiera Dios sea pronto. Mejor si con novillos, aunque destragado, de la calidad y bravura del segundo. Solo una vuelta al ruedo se registra en medio del “huracán” que cae sobre la Plaza, mojando la ilusión del diletante siempre paciente por la bravura.

Se ensaña la pañí con la Monumental México. Como hace un año.

Ataca y re contraataca azotando la tempestad el ruedo, los tendidos y, principalmente, la ilusión del cónclave que no falta a La México, pocos aficionados, es cierto, pero siempre fieles a la devoción taurina dominical. Y más este domingo que llega De Haro a Mixcoac, ganadería de las favoritas tanto del público como de la afición e, igualmente, de las redes que aguardan elogios para la ganadería tlaxcalteca.
Tabaco y oro por divisa.
Pero el primero es feo de cuerna y no fino en hechura, incluso lo astisucio de sus pitones permite adivinar que no llegaría a los cuatro años. Después su juego le delata. Este novillo, inexplicablemente aplaudido en el arrastre, comienza manos por delante y cabeceante, se emplea en banderillas pero muestra todo lo malo que tiene esta ganadería en la muleta: el sentido nervioso, acostarse antes de rematar la suerte, más la cara alta y la sosería al final del pase.
Claro, si enfrente tiene las dudas representadas y materializadas en Edgar Badillo, lo apuntado en el párrafo anterior se evidencia y subraya con tinta indeleble. De ahí que el zacatecano ande movido con el capote, farol y lances, pegue un tanto movidas las chicuelinas en el quite y que solo logre lucimiento en los últimos dos pares pues descuida la brega tan necesaria para un toro como este y que abonaría en un mejor juego en la muleta.
Badillo cae en la indiferencia.
Así su faena no despega, pues no despeja el gris misterio del cárdeno que demasiado pronto se queda corto y, pese a intentar con el cite retrasado, Badillo se nota rebasado demasiado a merced, recurre a desplantes y es incapaz de domeñar al manso que sale con la cara altísima, soseando e incluso doblando contrario. Pinchazo y aviso tras estocada resultan en notoria división.
El mejor novillo, quizá del ciclo, es el lidiado en segundo lugar.
En la época de Don Manuel de Haro Caso, soñar con un de haro así y encontrarse con un torero a su altura no era fácil, claro, pero tampoco imposible. Así tenemos dos faenas para el recuerdo, “El Callao” en su reaparición en Huamantla en setenta y cuatro y “Antoñete” en Caracas, de negro y oro en setenta y siete. Meter la cara es una cosa, hacerlo progresivamente con mayor casta y pujanza, apretando pero a la vez emocionando es lo que todos soñamos, lo que puede hacer.
Ayer ocurre.
Esto es lo mejor de la actual De Haro.
A pleno sol, el toro 158, nombrado “Ocho Filas”, cárdeno obscuro y capacho, sin remate en los cuartos traseros y zancudo, salta a la arena con la actitud expresa, el son por dentro y la emoción en todo su galopar, de embestir por bajo. Remata con fuerza abajo en el burladero de la Porra y de ahí en adelante toma largo y empleándose el capote de Emilio Macías, de Huamantla.
Y las verónicas ocurren, juega los brazos, avanza el torero a las rayas y se gusta en el remate que gusta, claro está, por bien logrado a la Afición. El toro crece y desmonta, con complicidad del equino con antifaz, al también tlaxcalteca Fermín Salinas Ortega. Entonces el milagro del segundo puyazo se produce y el toro lo toma peleando y atemperándose, quedando servido para los quites.
Si tan solo esto ocurriera más seguido…
Y el “Tercio de quites//De dos valientes//Como Leones//Un ¡Ay! de Muerte//Viene rondando los corazones…” que dirían Quintero y De León, se produce con retraso, Macías por navarras tras fadillas tafalleras y el debutante Herrera por ajustadas y verticales saltilleras. Es el hidrocálido el mejor librado al dejar, pese a no haberse puesto la faja, el listón arriba, borla que el tlaxcalteca no puede hacer suya al quedar, con perdón, en pleno ridículo al pisar capote, tropezarse y no poder replicar el quite.
Malamente, porque el novillo es de triunfo.
La sinceridad de su proceder, para lo bueno y para lo malo, muestra a Emilio Macías limitado en su quehacer. Bien de inicio al doblarse y en la primera tanda con la derecha en los medios, con la tarde soleada aunque con viento, que alberga esperanzas tras bien rematar con el de pecho con la izquierda.
El mando es fundamental siempre, más con un novillo que no respeta la mínima tregua y que el mínimo resquicio de complacencia la ha de aprovechar. Cuando esto puede pasar no apresurarse sino imponer látigo de seda sobre la embestida es la clave, cuando se aprietan las salidas y se complica la ligazón, la planta se apresura al no enviar al astado con la zarga hasta donde se quiere.
O requiere.
El mando ha de imponer el querer del torero, la voluntad humana al instinto de la fiera. El mando hace que los trastos dicten donde tiene que ir la embestida del toro sin que la embestida pueda más, el temple marca como y en que tiempo ha de trazarse la suerte. Solo en momentos lo consigue Macías ausentes los toques intermedios. Los naturales, dos tandas, parecen subir el tono que se diluye como se nubla el entendimiento y el propio cielo cuando perfila las manoletinas sin hilo ni ritmo.
De frente, en corto y por derecho, Emilio se tira a matar siendo rebotado y volteado en la suerte suprema. Pese a la estocada entera, con el hocico abierto, resiste “Ocho Filas” provoca el aviso y el descabello atinadamente manejado. Todo mundo en la Plaza se entera de la clase del novillo menos –para variar- Jesús Morales, ese hombre, que justo se sale del palco y “se le va” homenajear al cárdeno.
Primer “moralazo” de la Temporada.
Tal vez por ello el cielo enoja. Frunce el ceño y cruje en dos truenos que cambian la decoración de la tarde. Tanto esperar los último veinte y gloriosos minutos de la vida del toro para no poder mostrarse a pleno lienzo. El tercero, “Mil Canciones”, berrendo en cárdeno no tiene la suerte de pelear en un terreno seco, ni Juan Pablo Herrera de presentarse igual que todos los demás.
No importa ni para novillo ni para novillero.
Y así debería de ser, estoicismo, como diría Renato Leduc, “Seamos como las montañas. Acaso estas ante la tempestad, ¿Se quejan?” Como hacen varios aficionados que aguantan lo mismo que el novillero, con la música de la lluvia de fondo y la verticalidad que aparece en una tanda por derechazos de valor y mando que vislumbra el enorme esfuerzo de torear sobre el barro.
Si se le olvida la faja, dejando de lado la tradición torera, Herrera no olvida el valor y eso que hace poder torear en cualquier circunstancia, la colocación. Pena del pinchazo que deja todo en vuelta al ruedo. La lluvia acerca a la plaza de toros citadina al campo pero frustra todo intento citadino de aguante, imposible el ruedo.
Esperemos algo ocurra para ver a De Haro más seguido y poder rematar lo inconcluso… Menos mal lo único que no se suspende es la bravura.
Ni con la lluvia.
RESUMEN DEL FESTEJO.
Plaza México. Temporada de Novilladas 2014. Domingo, Julio 19 de 2014. Segundo festejo de Temporada Chica. Menos de un cuarto de plaza en tarde de cielo soleado durante los dos primeros turnos, aunque con viento, y de aguacero lo suficientemente fuerte que provoca la suspensión del festejo tras la lidia del tercero.
3 Novillos, 3 de De Haro (Tabaco y Oro) Disparejos en presencia, muy pobres de cabeza y de cara, destragados y estrechos en lo general. Manso y cabeceante el primero, casi siempre saliendo de las suertes con la cabeza arriba y con cierto sentido. Espléndido el segundo, número 158, “Ocho Filas” nombrado, cárdeno, zancudo y largo capacho de cuerna, bravo y noble, con poder en la embestida, derribó al caballo y desarrollo un lado izquierdo importante en el último tercio. Noble el tercero aunque no pudo verse su real dimensión al ser lidiado en medio del ruedo inundado.
 El segundo mereció los honores del Arrastre Lento.
Edgar Badillo (Obispo y Oro) Pitos tras Aviso. Emilio Macías (Palo de Rosa y Azabache) División tras Aviso. Juan Pablo Herrera, nuevo en esta Plaza (Blanco y Oro) Vuelta al ruedo.
El segundo espada fue volteado sin consecuencias tras estoquear al segundo.
La Autoridad en conjunto con los toreros determinó correctamente suspender el festejo al quedar el ruedo absolutamente inundado sin que pareciere posible la continuación por la tremenda cantidad de agua que se ha vertido sobre la Monumental. La Afición recrimina tal decisión.