NOVEDADES EN LA PLAZA DE
LAS VENTAS
Por: Eduardo Coca V.
En ‘Tendido cero’ del 18 de julio me enteré de una reunión celebrada el anterior 16 para analizar medidas de mejora y agilización de los espectáculos taurinos en Madrid. Evito trascribir la nota de prensa de Taurodelta, que está en internet, pero voy a comentarla como simple abonado de la tercera edad, andanada 3.
Lo primero, extraña que la convocatoria partiese de la adjudicataria de la explotación de la plaza según pliego y prórrogas sometidos a la dirección de la Comunidad de Madrid. Sobre todo, porque, debatiéndose asuntos propios de la titular del coso y del Reglamento de 2 de febrero de 1996 (modificado en 21/9/01), decidía el empresario quiénes asistirían. Y bajo su presidencia, no la del flamante director del Centro de Asuntos Taurinos, a quien se tuvo por incorporado al cónclave como uno más, aunque había pocos temas de exclusiva facultad de Taurodelta.
En cuanto al contenido u orden del día de la reunión, Taurodelta alega que eran asuntos sugeridos por diferentes sectores, especialmente tras San Isidro, lo que no dudo, pero constándome otras sugerencias no tratadas, especialmente las referidas al uso extrataurino de las instalaciones y espacios de la plaza los días de corrida, con fines comerciales y no culturales, ajenos a la condición de un monumento histórico artístico, por fuera y por dentro, contraventores de las tradiciones y hábitos de los aficionados, los espectadores y los ocasionales asistentes a los toros. Parece como si se buscase acabar pronto la corrida para que la gente vaya a tiendas con bulla y bares de barras ruidosas, que es lo que se ofrece, y no tertulias o debates formativos como se prometió al llenar la plaza de tenderetes y kioscos rompedores de la armonía arquitectónica del singular edificio, por dentro y por fuera.
Comento seguidamente cada cuestión de las recogidas en las conclusiones.
Primera. Únicamente el reglamento aprobado por Consejo de Ministros puede limitar los intentos de descabello y golpes de puntilla. Mientras otro decreto no cambie su redacción, solo cabe dar el tercer aviso al cumplirse el tiempo límite. La plaza de Madrid cuenta con puntillero, pero su intervención queda sujeta a un canon que ningún matador quiere pagar y utilizan al tercer banderillero. Es de celebrar que Taurodelta lo asuma.
Segunda. No veo reparos de legalidad para que el picador de turno salga por la puerta de Madrid (tendidos 7 y 8). Más dudas ofrece imponer a los presidentes el momento de ordenar la salida. Sencillamente, una ingenuidad, pues solo el reglamento les obliga y ningún presidente dejará de actuar como mejor considere.
Tercera. Muy lógico resulta que los pañuelos de trofeos y devolución de toros sigan a la vista en el palco, en vez de aparecer y desparecer fugazmente. No se explica que hasta hoy no haya sido así, con las dudas y confusiones que de hecho se han originado. Yo añadiría que el azul no se saque hasta decidir sobre los trofeos al torero, pues el de Jabatillo apareció antes que el blanco de la segunda oreja a Castella y sin nadie pedirlo.
Cuarta. Estoy en desacuerdo con hacer indicaciones a los presidentes para conceder las orejas, ni siquiera la primera, y menos con prisas. Sumo mi oposición a la de los verdaderos aficionados, por el bien de la fiesta y por el de Las Ventas. Nadie con algún interés —y menos la empresa— debe dar pautas de concesión de orejas, ni hacer interpretaciones de la regulación legal de la cuestión, por comprensible que sea su deseo de que se corten muchas. El reglamento es la norma y el presidente su ejecutor.
Quinta. Dos orejas en un toro para salir a hombros supone interpretar correctamente el reglamento, que exige para la puerta grande «el trofeo de dos orejas» (no «dos trofeos de una oreja» o «los trofeos de dos orejas»). Léanlo, por favor. Y también mi artículo «Orejas y puertas grandes» (LANZA 14/8/2013, pág. 22, accesible en digital).
Sexta. Por ser cuestión técnica ajena a mi formación, no opino del desnivel del ruedo.
Séptima. Tampoco me meto en las vestimentas del torilero y chulo de banderillas, una decisión de quien deba tomarla, supongo que la Comunidad.
Octava. Considero inaudito encargar al presidente que fije el lugar de corte de las orejas. En ningún precepto se establece por dónde hay que seccionar el apéndice. Mejor no crear problemas cuando no existen ni levantar polémica por algo irrelevante. Ya puestos, ¿por qué no dar medias orejas o cuartos de oreja graduando la intensidad de la petición y las protestas? Seamos serios en Madrid.
Novena. ¿Qué algo nuevo puede hacer un presidente para acelerar el arrastre? ¿Multar? Será la empresa que retribuye el tiro la que deba exigir profesionalidad y diligencia en el trabajo contratado, sin demoras intencionadas o paradas estratégicas. Que actúe ya. Ella.
Como ideas de mi propia cosecha propongo limitar las banderillas, farpas y rejones a los que marca el reglamento, pues, además de ser ilegal y negativo para la imagen de la lidia, clavar mayor número alarga los espectáculos.
Pido también una dotación y un alojamiento acordes a la categoría de la banda de música (¿el palco rehusado por el ayuntamiento?). Y contar todas las tardes con areneros y monosabios bastantes para evitar deficiencias en los servicios o el empleo de un tiempo excesivo, pues se prolonga vanamente el espectáculo cuando cuatro areneros no dan abasto o hasta los tienen que ayudar a levantar caballos en tardes de cuatro monos. Sancionar a los que practican la rueda tras estoquear tampoco vendría mal.