Por:pedro Julio Jiménez Villaseñor
POR LO general quien dice no tenerlo es quien más lo sufre, tanto es así que lo puede paralizar, más aquel que lo acepta y trata de vencerlo avanza buen trecho para cumplir sus sueños. Claro que hablo del miedo. Del miedo en los ruedos, el miedo de los toreros, el miedo normal y lógico a ser herido y sobretodo al fracaso.
EL CAMINO para hacerse torero es largo, muy largo, muy empedrado y no solo con sobreponerse a sus normales temores puede ufanarse de estar ya “del otro lado”, esto es solo el principio. Tampoco deben de pavonearse quienes se dicen suicidas, aquellos que dicen que “saldrán a morirse” la tarde que actúan, esto no existe, no hay un solo registro que avale la fanfarronería. (*).
EN EL toreo la vida del humano siempre pende de un muy delgado hilo. Pero no asistimos a los cosos a ver desgracias ni tragedias, vamos a ver que la inteligencia humana le gane la partida al instinto de la bestia que acomete al incite, vamos a ver LIDIAR. Considero tiene más valor aquel que liga seis muletazos que quien, aprovechando de salida el recorrido del burel, le pega dos o tres faroles de rodillas. Otra de mis opiniones es que en la actualidad ahogan las embestidas en lugar de dar la distancia requerida precisamente para ligar e ir estructurando faenas que dejen satisfecho al aficionado, resistir a pie juntos las mencionadas largas tandas se requiere de valor, de aguante, de dominio. Desde luego que tan largas como la fuerza y cualidad del astado se los permita. Otra de las costumbres “de moda” es no enseñarles a los astados a embestir al recibirlos con estériles parones, sus “maestros” no les confían que los animales nunca han embestido, por lo mismo “el torero” debe de intentar guiarles e instruirles el camino a seguir. Y a veces ni así… ¡Ni con la mansedumbre actual!…
SOBRE EL valor les referiré la anécdota que me confió (*)…
-ME CONTABA un muy buen amigo que probó las mieles del éxito en la plaza México, y en decenas de festejos por la provincia, lo siguiente…
-“TOMÉ LA alternativa con todos los honores en la plaza más grande del mundo al lado de dos figuras del toreo, me repitieron al domingo siguiente y esa temporada me anunció el doctor Gaona dos tardes más.
Decían las crónicas que pintaba para figura por mi clase y valor, yo, muy inmaduro, creía que la luna era de queso y comencé a darle mordiscos, en lugar de entrenar duramente los siguientes meses me dedique a tomar, a la buena vida, a las mujeres, los aficionados me ofrecían hasta grandes negocios pensando que ya era millonario y simplemente les contestaba que no tenia dinero disponible, que lo estaba invirtiendo en dos enormes edificios y en un rancho lleno de borregos y finos caballos, que terminaba la casa para mis padres en el mejor fraccionamiento de Guadalajara, la verdad la sabes tú, ni para el taxi tenia, caminaba y caminaba de oficina en oficina supuestamente saludando a mis amigos y lo que buscaba era me invitaran una copa y a comer”.- Prosigue…
-“EN DOS años, por principios de los años sesenta, solo me contrataron tres veces y solo me pagaban los gastos, estaba desesperado, pensé seriamente en suicidarme e imaginaba y visualizaba los titulares de los periódicos que al día siguiente al dar la nota agregarían mi fotografía tirado en el piso de la habitación de algún hotelucho y bañado en sangre, la cara deforme por el impacto con el rictus para espantar, eso me daba pena y sin embargo la idea me revoloteaba diariamente por la cabeza, quería morir pero lo haría como torero. Al pensar en esto se me ocurrió investigar donde y cuando se daría un novenario con toros criollos y cebú. Fui con los compañeros que a diario entrenan en los Viveros de Coyoacán, ahí conocí a donde debía de dirigirme, llegada la fecha tomé un camión de segunda, para el que iría directo no completaba el pasaje, el autobús tardaría cuatro horas más en llegar, entraba a pequeños poblados y diminutas rancherías que no contaban con buenos caminos, la idea seguía más firme que nunca, un enorme jorobado me mataría. Molido llegué a Ixhuatlán del Café, Veracruz, antes del mediodía, ahí festejan en marzo al Señor de las Piñas, lo primero que hice fue buscar a mis amigos, al encontrarlos les dije que andaba de vacaciones y que extrañaba ese tipo de festejos, que me permitieran recordar mis años de maletilla, que me zumbaría al más pesado y me hacían saber que ese mastodonte que solicitaba andaba pasado de los ochocientos kilos”.-
LA CARA de mi amigo, al platicarme lo descrito, cambiaba de moreno a cenizo, notaba el enrojecimiento y la humedad en sus ojos, los recuerdos lo alteraban. Prosigue…
-“LLEGAMOS AL enorme corral donde ese día iniciaría el novenario taurino, yo no partí plaza, mi idea era que en mi turno lidiaría con el capote hasta donde pudiera, con la muleta me iría al centro del corral, simularía intentar pegar un péndulo y dejaría la mano muerta y esto provocaría el toro me mandara a volar, trabajo no le iba a costar ya que yo pesaba poco menos de sesenta kilos y por lo mismo la tonelada de fiereza bruta me haría pedazos. Los periódicos lamentarían mi muerte pero destacarían mi afición, moriría en el supuesto ruedo haciendo lo que me gustaba, me tratarían como un mártir, como un héroe victima de mi enorme vocación. Muy diferente al balazo en la cabeza”.-
DE MANERA irónica le preguntaba si lo habían matado esa tarde, verán su contestación…
-“TE JURO que lo intenté, el toro pegó un enérgico trote, con fuerza como para derribar una pared, al ver que llegaba a jurisdicción para matarme, estiré hacia atrás el brazo lo más que pude, dí un brinco hacia adelante tan grande que por poco me salgo del corral y llego a media calle. Me rajé del suicidio en cuanto lo vi ya en serio. Al día siguiente, llegando a casa, le dí una releída a pasadas crónicas donde me tachaban de valiente, lloré mucho y llegué a la conclusión de qué debía aceptar mi total culpabilidad, que efectivamente cada uno de nosotros somos los arquitectos de nuestras vidas, tuve todo y lo tiré a la basura, literalmente me comí el banquete antes de que me lo sirvieran. Vencí el miedo en tardes claves al lado de figuras pero el valor no es todo, el toreo es de inteligencia, al fin los toros tienen los cojones más grandes que los de uno”.-
MI AMIGO sigue vivito y coleando, se sobrepuso a la crisis depresiva que solo se causó, ahora lo acepta y sin dolores ni amarguras morales sigue disfrutando de los festejos que se dan por la región de Guadalajara, donde en la actualidad reside… Nos Vemos.