CAPÍTULO IX
"ADIESTRAMIENTO EQUINO"
El Rejoneo: Origen, Evolución y Normas
Paciencia, comprensión y afecto,
Así como tenacidad, firmeza y poder,
son las capacidades indispensables de
un jinete para adiestrar caballos.
Así como tenacidad, firmeza y poder,
son las capacidades indispensables de
un jinete para adiestrar caballos.
J.S.A.
El adiestramiento de un caballo es un proceso
largo que exige conocimiento y destreza, desde la formación de una buena boca
que es el cimiento de una educación eficaz, tarea que antecederá a todo trabajo
de adiestramiento, el cual tiene como objeto primordial la conservación del
ritmo y la regularidad en todos los aires que se enseñen a los equinos, mismos
que comprenderán desde la baja escuela o adiestramiento básico, hasta la alta
escuela, que son enseñanzas indispensables para el rejoneo, con excepción de
los aires elevados de la alta escuela, que si bien acrecientan el nivel de
docilidad y facilitan el manejo del caballo, no son indispensables para el
rejoneo en sí y solo se practican en el paseíllo y en los adornos al rematar
las suertes.
El toreo a caballo, aunque está sustentado en
la equitación académica pura, difiere de esta en la impecable ejecución de las
ayudas (conjunto de señales o estímulos
de las que se vale un jinete para transmitir órdenes a las cabalgaduras, mano,
asiento, piernas, inclinación corporal, voz, etc.) por ser esta disciplina
de alto riesgo, en la que en momentos extremos, que son frecuentes, es
necesario valerse de todos los recursos posibles para hacerse obedecer del
caballo ya que es esta la única forma de imponerse al enemigo y es por ello que
en esta actividad ecuestre es indispensable que los caballos estén educados a
la alta escuela, porque en el rejoneo es necesaria la absoluta sumisión del
caballo así como el perfecto equilibrio de sus aires para aprovechar las
cualidades de los equinos, tales como la movilidad, la habilidad y la rapidez
de reacción, cualidades indispensables para sortear con fortuna las acometidas
de los toros, los cuales no permiten ningún error, so pena de un percance.
Y a semejanza del toreo a pie en el que se
busca la armonía y el temple, que son conseguidos por el dominio absoluto de la
muleta por el matador; el rejoneador debe tener el control absoluto de su
cabalgadura, que en el rejoneo es el “instrumento” para torear y con el cual se
hacen posibles la armonía, el temple, la plástica y el dominio del enemigo, lo
que coloca a esta disciplina en la categoría de arte.
El sustento básico del adiestramiento de los
caballos es su enorme poder de retención, es la memoria la virtud más valiosa
que poseen los caballos y gracias a ella, siguiendo el principio de los reflejos
condicionados, es posible enseñar a los equinos casi cualquier cosa,
dependiendo desde luego de la habilidad y de las aptitudes de cada caballo,
sobre todo si lo que se les quiere enseñar es natural en ellos.
Por ejemplo: La reunión. El piafé, el pasaje,
la levada, etc., que son aires innatos en los caballos y que ejecutan por
naturaleza en ciertos momentos de su existencia motivados por causas naturales,
sin que nadie se los haya enseñado, tales como el apareamiento, por lo que
cualquiera que haya presenciado el apareamiento de los equinos habrá observado
a los garañones haciendo el pasaje y la levada o quien ha visto un caballo en
estado de nerviosismo podrá testificar que lo ha visto hacer el piafé, sin que
ni siquiera haya sido domesticado.
Otros factores claves para la enseñanza equina
son la paciencia y la concentración absoluta del jinete, sin la primera es
imposible educar a un caballo porque siendo este un ser irracional, pero
sumamente receptivo, si no se le educa con calma y tranquilidad, captará de
inmediato la impaciencia de su mentor y sin excepción entrará en un estado de
nerviosismo que le impedirá el aprendizaje de lo que pretenda enseñársele, así
mismo es de suma importancia la concentración del jinete para poder dirigir con acierto las acciones del
caballo hacia el objetivo deseado por medio de las ayudas, así como para
percibir las acciones o reacciones de este en relación a las ayudas y estimular
aciertos o corregir errores sobre la marcha, según sea el caso.
Siendo las ayudas el único instrumento de un
jinete para el adiestramiento, es vital señalar que estas deberán ser claras,
es decir, concisas y precisas para que sean fácilmente percibidas y
comprendidas por el equino, también deberán ser oportunas para que surtan el
efecto deseado, además justas en su dosificación, tanto en la intensidad de su
aplicación como en el tiempo de duración, ya que la rudeza y la prolongación
innecesaria de las ayudas causan molestia, nerviosismo e incertidumbre en los
equinos lo que generalmente los lleva a la desesperación y a veces a la
rebeldía, lo que también acontece cuando las ayudas se aplican a destiempo.
Por lo anotado, el adiestramiento de los
caballos destinados al rejoneo debe ser una labor minuciosa y lenta que
comprende la doma y el adiestramiento básico, intercalado con trabajo de
carretilla, toro manso (toro de lidia
castrado usado por los rejoneadores para acostumbrar a los caballos al contacto
con el toro), práctica con vaquillas y novillos, y por último la alta
escuela, que abarca los aires de adiestramiento superior, que deben se
enseñados por profesionales cuando los caballos ya están trabajando en perfecto
equilibrio.
Por las razones expuestas, es de suma
importancia la constancia del entrenamiento, aunque hay que acotar que el tiempo
diario de trabajo para cada caballo es variable según el temperamento, la
capacidad y las habilidades de cada equino, así como las de cada jinete,
factores de los que depende el tiempo total del adiestramiento, pero es
requisito indispensable que este se haga
sin prisa, porque la paciencia es virtud esencial en un jinete y factor
determinante en el adiestramiento de un caballo.
Siempre surge la pregunta del tiempo que se
lleva la educación de un caballo, sin embargo esto no se puede contestar con
exactitud, porque el tiempo total que se requiere para la enseñanza de cada
caballo varía y depende del factor hombre-caballo y todos los casos son
diferentes, porque cada caballo tiene un potencial intrínseco que puede ser
desarrollado según el adiestramiento que reciba, así como también cada
equitador posee una determinada capacidad técnica, que en la medida de sus
posibilidades, puede transmitir al caballo, por lo tanto la respuesta se puede
resumir de esta manera:
“El tiempo necesario
para educar un caballo, es el resultado de su potencial y su capacidad de
aprendizaje, sumado al acervo técnico de su adiestrador y su capacidad para
transmitirlo”.
La preparación de los caballos de rejoneo precisa de lidiar y matar muchas vacas, así como toros con edad y peso.