domingo, 13 de septiembre de 2015

Diego Ventura hace historia en Albacete

DIEGO VENTURA HACE HISTORIA EN ALBACETE

Por: Hassan González



13 de Septiembre de 2015- Alabacete

Balance: Dos orejas y rabo y dos orejas

Ganadería: San Pelayo y El Capea


Se es torero para alcanzar tardes así. Se viene a los toros para ver a toreros como Diego Ventura. Existe el toreo para que la belleza y la emoción alcancen la cima de todas sus aspiraciones. ¿Cómo poner palabras a la primera faena de Diego Ventura hoy en Albacete? ¿Grandiosa? ¿Inmensa? ¿Eterna? ¿Histórica? ¿Cómo llamar a una obra así? Pensándolo bien, lo de Ventura ante Valenciano es el toreo a caballo hecho y dicho con mayúsculas, en plenitud, en carne viva, en esencia y en presencia, dándole sentido a por qué se creó, explicando por qué es capaz de sacar de quien lo ve las emociones más encendidas de su vida. No cabe duda: hoy, mañana y por mucho tiempo se hablará de la faena del rabo de Diego en Albacete… Y es que ha sido una tarde para la historia. De hecho, es la primera vez en la existencia del Coso de los Llanos de Albacete que un rejoneador corta un rabo. El dato lo dice todo…
Pero más mérito aún le da al logro de Diego tener en cuenta la condición del toro al que se lo ha cortado. Un toro con el hierro de San Pelayo huidizo de salida y reservón, que nada quiso saber de Ventura que se fue a portagayola a esperarlo con Maletilla con la garrocha. De esa frialdad inicial pasó a la efervescencia de su mal genio en cuanto recibió el primer rejón de castigo. Ahí se calentó, pero en malo. Acometió ya siempre a oleadas, a tarascadas, a puñetazos, buscando sorprender. Por eso fue tan grande, tan puro y tan emocionante lo que hizo Nazarí, que se cruzó el anillo completo de costado con el toro pegado al estribo del torero sin alterar nunca el ritmo de su galope aun cuando el de Capea le atacaba a base de arreones secos y brutos que nunca llegaron a rozar siquiera a la cabalgadura. Eso es el temple, eso es el toreo. Porque Diego y Nazarí toreaban mientras Valenciano se defendía con malas artes. Diego y Nazarí lo buscaban para reunirse con él y ganarle la pelea mientras el toro no quería más pelea que la de la mentira y la traición. Se paraba por momento el toro, sabiendo que perdía aquel envite, pero Diego y Nazarí, pudiendo irse y pudiendo llevarse también así el reconocimiento y el aplauso del público, le esperaban y le buscaban una y otra vez para imponer su mando, su ley, su total autoridad. Y venció el toreo. Y rugió entusiasmada Albacete. Y se empeñó Ventura en clavar batiendo en la misma cara, sin irse nunca, por más que el toro de San Pelayo se ponía con descaro por delante y cortaba el viaje. La caldera estaba ya ardiendo y la faena, en ese punto de cocción que le gusta al rejoneador de La Puebla del Río. Es decir, a flor de piel, con el termómetro de la emoción subiendo sin parar. Por eso sacó a Milagro y Milagro no falló. Dos banderillas al quiebro clavó dando toda la plaza en el cite, yendo de frente dejándose ver una barbaridad para frenar el trote en seco cuando estaba ya en las cercanías del toro, echar los pechos, provocar la arrancada, quebrar sin solución de continuidad y clavar, todo ello en una explosión de toreo que puso de acuerdo a la plaza por entera. Salía volando Diego de las suertes porque era para volar después de hacer eso y sentir cómo miles de personas se entregaban sin condición. Qué grande debe ser eso… Tuvieron ligazón las cortas con Remate aun cuando Diego se vio obligado a cambiar el pitón del toro para clavar las dos segundas al violín sin que el conjunto perdiera nunca su hilo… El rejonazo y su efecto fulminante fueron definitivos. Los dos primeros pañuelos asomaron al instante, de acuerdo como el resto de la plaza. Y siguió Albacete pidiendo para que pasara lo que nunca había pasado. Y pasó que la historia del Coso de los Llanos conoció hoy, por obra y gracia de Diego Ventura, algo de lo que aún no sabía y el de La Puebla se convirtió en el primer rejoneador en pasear un rabo por su anillo. Antes y después de eso, toda la plaza coreaba “torero, torero” mientras al genio se le escapaba la felicidad por la mirada mientras se abrazaba con los suyos, quienes mejor saben cuánta más vida y cuántos más sueños le dan a alguien como Ventura un acontecimiento como el vivido.
Y siendo como es, a punto estuvo Diego de superar a las primeras de cambio su propio registro y cortar hoy mismo el segundo rabo. Se lo quitó, quizá, el pinchazo que precedió al rejón final porque lo demás, todo lo demás, volvió a ser de rabo. El de Capea mostró mejor fondo que su hermano de salida y se desenvolvió con cierta nobleza en el recibo con Lambrusco. Llegó entonces el momento del reencuentro con Sueño. Volvió a torear la nueva locura que Diego se ha sacado del fondo de su fantasía, y caballo y torero, Sueño y su soñador, pronto se tomaron el pulso de su propio pulso y sobre el ruedo de Los Llanos fue fluyendo la improvisación hecha toreo a caballo. El de Capea había empezado ya a ir a menos. Diego Ventura lo aprisionó en las bambas del corazón de Sueño y galopó con él de costado medio mundo hasta que el torero le cambió el viaje metiéndose por dentro para asombro de la multitud, que pensaba que ya lo había visto todo antes. Con Ventura, nunca se ha visto todo aún… Que Diego tenía ganas de Sueño se notó a cada segundo. Todo fluía por sí mismo, tal cual era, como tenía que ser, por pura fantasía también. Sueño ha vuelto… Dicho queda que el toro iba a menos por momentos, pero no impidió que Chalana dejara su sello de espectacularidad. Y que Remate culminara con el carrusel de cortas antes de un pinchazo y el rejón entero. Incuestionables, el público pidió y el palco concedió las dos orejas para cerrar el círculo de una tarde mágica e histórica. Justo como la temporada y la estela de un Diego Ventura inconmensurable. Una tarde, como la tarde de Albacete, para la historia. Y es que se es torero para alcanzar tardes así y se viene a los toros para disfrutar de toreros como Diego Ventura.