viernes, 11 de septiembre de 2015

El hombre propone y el toro dispone

EL HOMBRE PROPONE Y EL TORO LO DESCOMPONE


Por: Hassan González




11de Septiembre de 2015- Albacete

Balance: Oreja y ovación con petición

Ganadería: El Capea


Apenas el son murubeño del pesado primero recordó que los toros de Diego Ventura hoy en Albacete eran del Capea. Sólo eso. El resto, nada se pareció a lo que es común en esta ganadería de las máximas garantías. Pero hoy ninguno de los dos toros del lote del rejoneador rompieron hacia adelante. El primero, porque se ahogó en sus 600 kilos y falta de fuerza. El segundo, porque de bravo sólo tuvo lo que se le presupone.
Abarcó la faena al primero todo lo que podía tener y necesitaba: la medida exacta en su duración y el ritmo preciso que reclamaba la acompasada embestida del toro de Capea. Le fallaron las fuerzas. O le pesaron demasiado sus 599 kilos. Se vio enseguida, por eso Diego lo paró pronto sobre la grupa y sin quebrarlo lo más mínimo con Maletilla para que no se apagara. Otro tipo de temple – mayúsculo, soberbio y de muchos quilates-, le aplicó para abrir el tercio de banderillas con Nazarí. Tres banderillas clavó y tras cada una de ellas, una vuelta completa al anillo de Los Llanos con el toro imantado al estribo. Albacete se sorprendió y lo reconoció a partes iguales con cerradas ovaciones. Antes de que el astado se apagara del todo, buscó Ventura meterle mecha a lo ya hecho y sacó a Maño buscando esa chispa que es el quiebro eléctrico que tiene este caballo. Pero el de Capea estaba ya ahí ahogado y no se prestó a la compenetración. El carrusel de cortas con Remate precedió al rejón entero que dio pie a la primera oreja de la tarde.
El segundo fue un toro deslucido a más no poder. Deslucido para el torero y también para el público. Saborío, que se dice. Con mal ángel. Abanto y suelto de salida hasta la desesperación, su único interés era barbear tablas, e incluso, intentar saltarlas. Sólo con el segundo rejón de castigo que le clavó Diego montando a Lambrusco corrigió en parte su querencia. Con Roneo en banderillas, completó el torero una labor de lidia total buscando terminar de quitar del toro esa cantada mansedumbre y lo pasó por la cara una y otra vez sobre los cuartos traseros de Lambrusco. Lidia de castigo a un toro que no merecía más. Quiso luego Ventura calentar el ambiente con Milagro y lo logró, sobre todo, en dos espléndidos rehiletes al quiebro con esa capacidad de esta yegua para hacer de la batida cite y del quiebro, un milagro ante el que es imposible no saltar del asiento. Tras el carrusel de cortas al violín conRemate y jugarse el físico haciendo el teléfono por desplante ante los derrotes del de Capea, cobró un rejón entero tras un pinchazo. El toro, antipático hasta para eso, tardó en morir, lo que redujo a media plaza la petición de la oreja. Todo se quedó en una fuerte ovación. A medias, como el tono de una tarde en la que el torero no encontró nunca toro.