LAS CORRIDAS DE TOROS MERECEN
SER DECLARADAS PATRIMONIO CULTURAL del ESTADO
Por: José Santos Alonso
Los taurinos y nuestra fiesta de toros nos hemos convertido
en el blanco preferido de partidos políticos secundarios, personas públicas en retroceso
y protectores de animales, sin que ninguna de estas entidades o personas tenga
fundamentos científicos o morales para sus impugnaciones, que la mayoría de las
veces han sido agresivas, soeces y
denigrantes, y sus miembros tan violentos que por más que supongamos que sus
reclamos fueran legítimos, sus procedimientos y acciones los descalifican.
Sus argumentos y acciones
en contra de los taurómacos son tan exagerados que las más benévolas nos
catalogan como asesinos, criminales, delincuentes, Etc. Etc. sin que falten las
caricaturizaciones grotescas en manifestaciones callejeras en las que nos insultan
y agreden a placer. Desgraciadamente estos activistas antitaurinos son personas
que ignoran el tema y son “alquiladas”
para escandalizar y no tienen idea de lo que están condenando, ni tampoco les
importa, únicamente están desquitando un salario.
No obstante los autores intelectuales de estos desmanes son,
como quedó dicho, políticos oportunistas, artistas y cómicos decadentes o individuos
deseosos de figurar que se valen de la sensiblería de personas bonachonas, generalmente superficiales e insustanciales,
de medios urbanos que no tienen ni han tenido contacto directo con la naturaleza,
medio que está muy lejano de ser tan color de rosa como quieren imaginar, ni
tan piadoso y sereno que no favorezca la
natural y despiadada lucha de sus moradores por la supervivencia, pugna en la que
cotidianamente los más fuertes matan a los más débiles para su sustento o para
conservar su espacio vital. Porque el
medio animal es cruel y despiadado, y la naturaleza de los animales absolutamente
ajena a los sentimientos humanos. Por otro lado tampoco se han enterado, o no
quieren hacerlo, que la explotación pecuaria en su modalidad industrial, que es
la predominante, es tan cruel que cualquier persona que estuviera seriamente empeñada
en la abolición del maltrato animal, tendría necesariamente que esforzarse por
tratar de prohibir estas prácticas, así como la explotación avícola y pesquera
que son tan despiadadas como las pecuarias.
Desde luego que esto sería imposible, por su carácter
económico y su importancia alimenticia, y por lo tanto, aún sabiéndolo,
hipócritamente lo ignoran y sin ningún remordimiento consumen carne, huevos y
pescado.
Sin embargo a pesar de que está comprobado científicamente
que la natural fisiología de los toros los inhibe para sentir dolor cuando son
heridos, y a sabiendas que las corridas
de toros no tienen la enorme importancia económica de la industria pecuaria, ignorando
su carácter moral, cultural y tradicional, se ceban en ella tratando de
desacreditar el magnífico arte que es la tauromaquia, con el único objeto de
hacerse de un ambiente de popularidad, asumiendo que enarbolan una causa
humanitaria que desgraciada pero equivocadamente secunda una minoría de
personas ingenuas.
En nuestro estado que tiene una añeja tradición taurina,
quedó conjurada la prohibición de las corridas de toros que pretendieron
imponer los representantes del desubicado Partido Verde, por el aplastante voto
de la mayoría de los diputados de los
partidos que configuran nuestra legislatura.
Ahora en concordancia con la voluntad de la mayoría de la
ciudadanía potosina demostrada por medio de sus representantes, es de esperar,
si existe congruencia de nuestras autoridades, que se declaren las corridas de
toros como Patrimonio Cultural del Estado.