DIEGO VENTURA DE NUEVO CAUTIVA A LA MALAGUETA
Que faltó la Puerta Grande? Puede que sí… Que se quedó en el ambiente una cierta sensación de ay, es posible… Que es injusto que el lamento le quitara el sitio a la plenitud, puede que también… Pero, ¿cuánto dura, cuánto cuenta y cuánto queda de una caricia que te sorprende y que te cautiva cuando ya te ha cautivado…?
La faena al primero, Granadito I, un gran toro de Fernando Sampedro, fue precisamente eso, pura caricia. Seda venida de La Puebla con tacto del que brota en Lisboa. Salió el toro y se puso a derramar clase y ritmo desde que se fundió en uno con Diego y Altozano. Se dobló el torero con el astado para embarcarlo y atárselo a la grupa girando en lo que daba el tranco del caballo y todo, al son de las olas del Mediterráneo malagueño. Estaba claro: había que cuidar y reforzar ese caudal sereno de calidad en el toro y Ventura le dejó sólo un rejón. Sacó entonces a Nazarí, que es el dueño y señor del compás, para firmar una primera parte del tercio de banderillas en la que el toreo fluyó en batidas que eran lances a caballo enganchados en la bambas del corazón y tres medias vueltas al ruedo galopando de costado que fueron como muletazos infinitos de largos. En dos palos al quiebro, Maño le puso al conjunto la emoción que da el ajuste y la verdad. Y Remate fue el colofón perfecto con un carrusel de cortas que cayeron gota a gota antes de un rejón entero definitivo. El público pidió y logró que Diego recibiera su oreja, la primera, la que es potestad de la gente. Y pidió insistente la segunda, pero ésa se la reservó el palco. Daba igual, Málaga era ya ahí una mujer enamorada caricia a caricia…
Lo del segundo se resume pronto. Tanto como se fueron esfumando las esperanzas de encontrar más recompensa a la apuesta desde el principio. Se fue Diego a portagayola con la garrocha montando a Suspiro, pero nada quiso saber de él el de Sampedro, no sólo distraído, sino rajado también. Dos rejones dejó el jinete antes de encarar el segundo tercio con Embrujo, que ha pisado hoy su primera plaza de la máxima categoría. A la tercera tarde saliendo a un ruedo… Otro punto que anotar a esta temporada impecable. Lejos de resignarse, buscó Ventura todos los resortes a su alcance para meter al público en la faena. Pisó terrenos comprometidos con Embrujo, se fue a buscar al toro a tablas y, como de allí no salía, fue ahí donde clavó dos palos sin que el manso se arreara lo más mínimo. Pero no es Diego hombre de dejarse balas en la cartuchera y puso en liza a Chalana para ocupar más aún cada resquicio de la cueva del astado y clavar con ajuste y salir con piruetas realmente lentas. Emboque y clavar eran todo uno y todo en el mismo mínimo espacio. Terminó por enganchar a la gente con el carrusel de cortas al violín conRemate y la rosa final. Todo, en un duro de los antiguos. La última muestra de que no cabía entregar más, los desplantes poniendo su frente en la testuz del toro. Lástima de los pinchazos y de que tuviera que tomar el descabello porque perdió ahí otro trofeo seguro.
El lamento de Diego fue el de toda la plaza. Aunque como toda mujer enamorada, La Malagueta seguía recreándose entonces en el latido dulce de tanta caricia con la que Ventura ya la tenía conquistada