Matías González ¿El enemigo numero de la fiesta en Bilbao? |
Lo primero que pensé cuando me propusieron ser presidente era que me iba a quedar una amargura vital si lo rechazaba. Tenía que ver si era capaz. No podía morirme con esa duda. Hay que ser valiente y arriesgar. y quedarse con lo que a uno le llena. Y a mí me llena ser presidente de una de las tres mejores plazas de España.
Al final de la faena por esta tierra, cuando estemos frente al Juez Justo y haya que rendir cuentas, nos llevaremos muchas sorpresas.
Por Luis Cuesta
¡Y vaya que si! El Juli se ha llevado algunas sorpresas durante su paso triunfal por las corridas generales de Bilbao, ya que ha vivido en carne propia las dos caras de la moneda: La buena y la mala.
¿Quien ha sido el culpable? El culpable ha sido un juez justo de nombre: Matías González. ¿Es este señor un mal juez o simplemente un mal hombre?
Porque dirán los julistas: ¿Cómo es posible que un juez justo hubiera condenado en su enojo a la afición de Bilbao, por no darles gusto al otorgarle la segunda oreja al maestro?
Pues ni un mal hombre ni un mal juez, Matías es simplemente un hombre común y corriente.
¡Oiga usted! se preguntara con cierta indignación; pero si este talibán ayer cometió dos errores garrafales. El primero estuvo en haberle otorgado una oreja inmerecida al Juli en su primero y el segundo al haberle negado la segunda oreja del quinto toro.
¡No señor! ahí esta usted equivocado, ya que Matías no cometió dos errores, solamente aplico el reglamento vigente en el coso de Vista Alegre. Los errores garrafales los ha cometido la afición de Bilbao, no la autoridad. Pero vamos por partes.
La oreja del primer toro del Juli ha sido inmercida para mi gusto, tras un trasteo regular y un artero bajonazo, pero no la otorgo Matías, la solicito la mayoría de la afición presente que es diferente. Matías (seguramente) contra su voluntad la ha tenido que conceder, aun cuando en su interior sabia que no debía por la estocada tan baja que señaló Julián.
Por eso cuando El Juli dejó otra estocada caída en su segundo tras una faena con algunos momentos memorables, sobretodo en el aspecto técnico, Matías nuevamente aplicó el reglamento. La gente pidió con fuerza la primera oreja y Matías sin ninguna pena la ha concedido, pero cuando llegó el turno de otorgar la segunda hizo de tripas corazón, aguantó y no la concedió.
Con lo que nuevamente aplicó el reglamento que dice: “En el caso de la segunda oreja y del rabo, ya es decisión exclusiva del presidente“ y con ese criterio pienso que Matías a diferencia de muchos de los ahí presentes, recordó que estaba en Bilbao y no en Marbella. Y eso en su juicio hubiera sido injusto (que El Juli se fuera en hombros tras haber señalado dos estocadas bajas) para la categoría y el señorío de una plaza como la de Vista Alegre.
Y la bronca estalló mientras las camisas se desgarraban en el tendido. ¡Pero estimado lector apague el fuego!
Hoy Matías González únicamente ha defendido bien o mal, según su manera de ver y de sentir la fiesta, la categoría que debe de tener una Plaza de Toros como la de Vista Alegre, que en una fiesta actual en donde los valores así como la esencia del espectáculo se encuentran muy devaluados, esas posturas estrictas se deberían de agradecer algunas veces.
Porque si no se defiende el prestigio de una plaza de primera categoría con rigor, se puede caer en las arenas movedizas por donde se mueven actualmente las autoridades de Las Ventas o peor aún, las de La Plaza México. Dos de las plazas mas importantes del mundo, pero presididas por autoridades que han ido rompiendo poco a poco en las ultimas temporadas con la rigidéz y seriedad que debieran de ostentar.
Es lo que digo yo.
Enviado por De Sol y Sombra
Enviado por De Sol y Sombra