¿LA FIESTA EN PAZ?
HABLAR POR HABLAR
Hablar por hablar
Uno de los rasgos que caracterizan a esta época, tan crédula como todas pero consumista como ninguna, es que cualquiera que tenga boca puede hablar de cualquier tema, incluso si lo desconoce o decide utilizarlo para reforzar su postura, antojadiza o sustentada.
Es uno de los daños colaterales de la sobreinformación, que los manipuladores partidarios de la homogeneización cultural pretenden confundir con el conocimiento. Torre de Babel que tiene al planeta sumido en un infructuoso parloteo sin precedente.
En la mejor tradición mexicana de los enfrentamientos sesgados, el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira Valdez o Moreira II, en atención a que lo precedió en el trono su hermano Humberto, de endeudada memoria, se lanza de espontáneo al ruedo de las ideas y declara al periódico Vanguardia que
las corridas de toros son una barbarie, y que
la propuesta de eliminarlas no es cuestión política.
Apoyado por el inamovible Partido Verde Ecologista, el mandatario presentó el 4 de agosto ante el Congreso estatal una iniciativa que reforma la Ley de Protección y Trato Digno a los Animales para el Estado (sic), y aclaró que no es una nueva embestida al empresario, ganadero y promotor taurino Armando Guadiana, sino
una recomendación de la ONU, en el Comité de las Niñas y los Niños (resic), de que este tipo de actos tienen que desaparecer; creo que no es edificante para una comunidad que la diversión se base en matar animales(sicazo que llegó hasta Barcelona, pasando por el fallido Museo de la Cultura Taurina, en Saltillo, al que Moreira I le invirtió varios millones de pesos).
El gobernador anti, hermano del exgobernador pro, quizá por haber visitado el museo taurino, sentenció seguro:
la fiesta de los toros ni es un arte ni es una tradición ni es nada. Es una recomendación a México (sicucha) que todos debemos aceptar; es una verdadera barbarie hacer un acto en el cual se sacrifique un animal y defenderlo es otra cosa inaceptable. Y con la sensibilidad ecológica asimilada de los Verdes Oportunistas remató saleroso:
lo que se prohíbe son las corridas de toros, no las ganaderías(que se convertirán en rastros privados, le faltó aclarar).
“Pues ahí tienen –comenta un saltillense indignado– al flamante gobernador de Coahuila hablando de prohibir los toros… Se le nota indignadísimo por la muerte de los toros, pero ¿por qué no se indigna igual con todos los coahuilenses muertos, secuestrados y desaparecidos por la corrupción y la narcoviolencia que él y su hermano engendraron y permitieron en el estado?”
Precisamente a propósito de la columna anterior, Falsos dilemas ante la vida y ante la fiesta de los toros, en la que afirmaba que
Se tolera asesinar personas y poblaciones; lidiar y matar toros a estoque no, porque eso sí es crueldad y maltrato animal, un lector que se firma Ciudadanía contenida, tuvo la gentileza de escribir:
¡Está usted mezclando sin ningún sustento y justificación contextos que nada tienen que ver entre sí! Acaso usted sostie- ne que por causa y estado actual de los errores de la convivencia y condición humana que son visibles para todos en presente y futuro (más en México) ¿cabe la justificación de sostener la cruel práctica? Desde luego que nadie puede estar de acuerdo con innumerables horrores humanos perpetrados desde el poder, o qué por existir un horror y un error, ¿debemos tolerar otros errores y horrores? ¡Qué pobre sustento expone usted! ¡Pobrísimo sustento!
“Y para rematar –añade taurinizado Ciudadanía contenida– usted dice: ‘visión reduccionista y simplificadora que condiciona la violencia y la crueldad según los intereses y miopía cultural de quien las ejerce’. Implícitamente entendemos por aludidos a quienes ejercen el poder, y son precisamente estos personajes quienes desde distintos ámbitos del mismo poder, fama e influencia, han sido aficionados a la fiesta brava, quienes con su asidua asistencia y mensaje aprobatorio enviado a las masas que ven sus presencias en estos eventos, presencias que hoy por hoy han evitado muchísimos de ellos al grado de que ya no se dejan ver en la fiesta, porque saben perfectamente bien el daño que les causa a sus imágenes. ¿Por qué?, por el cambio generacional y el proceso civilizatorio en curso (con todo y fallas interminables de la convivencia humana y sus sociedades) pero cambio al fin. Los jóvenes, por ejemplo, aborrecen esta práctica (cuente cuántos asistentes menores de 35 asisten a los cosos y cuantos encuestados menores de 35 nunca asistirían y no están de acuerdo con la práctica). Por ultimo: el desgaste interno y decadencia de los propios estándares y desacuerdos entre quienes conforman la comunidad de todos los involucrados en esta práctica, corren por carriles completamente distintos de los del creciente e imparable rechazo social, en México y el mundo”, concluye. Juzgue el lector al ciudadano y al gobernador con su
rico sustentoantitaurino.