El culto a Saltillo
Publicado por: Redacción
A mí siempre me enseñaron que en el toro de lidia no importa tanto como empieza, sino como acaba. es decir, que vaya de menos a más, Javier Garfías.
Este año se cumplen 67 años desde que en 1948 Javier Garfías fundó su ganadería en la hacienda familiar de Santiago, en el estado mexicano de San Luis Potosí. en todo este tiempo, aunque hubo diferentes añadidos, los toros y vacas de su vacada han tenido la sangre Saltillo como su exclusiva procedencia.. Siempre Saltillo, fiel y únicamente Saltillo.
En la actualidad, las reses de Garfías pastan en el estado de Querétaro, en el rancho "Los Cues" que en idioma azteca quiere decir lugar de culto, de adoración, el sitio donde los indios enterraban a sus muertos.
Ese es, ni más ni menos, el culto que Javier Garfias profesa al encastado y fiero toro de Saltillo.
La historia del toro de Garfías arranca en aquel ya lejano 1948, cuando México (como España) todavía no se había repuesto del mazazo que supuso la muerte de Manolete. Aquel mismo año, el 25 de Enero, México recordaba para siempre a Manuel Rodríguez erigiéndole un monumento (una manoletina que fue mostrada en el mismo anillo del coso de Insurgentes que descubrió el Chimo, su mozo de espadas) y se apasionaba como solo ese país sabe hacerlo con Armillita y Arruza, y con Procuna y Silverio, que en esas fechas regresaba a los ruedos, y con Garza y "El Soldado", y se ilusionaba con Manuel Capetillo, entonces todavía novillero. En ese momento, cuando la obra magistral que don Antonio Llaguno, propietario de la ganadería de San Mateo, había iniciado en 1908 con su importación de animales del Marqués de Saltillo, ya había dado como resultado 94 ganaderías en aquel país americano.
Javier Garfías decidió hacerse ganadero. Pero no fue una decisión casual, pues Garfías creció en San Luis Potosí y se educó taurinamente en la casa de la familia Azcoa, unos vascos relacionados con el español Silverio Chico y con todos los toreros que acudían a San Luis Potosí. San Luis llegó a ser una plaza y un centro taurino muy importante en su época, donde estaban las ganaderías de Guanamé, Espíritu Santo, Cruces, vacadas con una gran tradición y calidad. La primera compra de Garfías en Octubre de 1948, consistió en 25 vacas de Santo Domingo y 1 semental de Torrecilla. en Diciembre de ese mismo año agregó 82 vacas y 8 sementales más de esta última ganadería, conformando así muy claramente la base que predominó durante los diez primeros años en la vacada de Garfías. En 1958, ya muerto don Antonio Llaguno, Garfías compra entre vacas y sementales, cerca de cien animales de San Mateo, vendiendo todo lo anterior y quedándose únicamente con los toros y las vacas descendientes directísimos de los saltillos españoles que según cuentan, cincuenta años antes don Antonio Llaguno había elegido privilegiadamente tras ganarle una partida de cartas al Marqués de Saltillo. No hay más añadidos en la ganadería de Garfías, y todas las reses actuales mantienen exactamente esta misma línea y prototipo familiar.
La relación de Javier Garfías con la familia Llaguno no se limita, no obstante, a la compra de su ganado. En 1948 con 19 años, Garfías convivió, primero con Julián, y posteriormente con don Antonio Llaguno. De aquel estrecho trato nació, además de un fuerte vínculo de amistad, una relación de maestros y discípulo que todavía se mantiene viva en la memoria de Garfías. "Se podría decir (afirma el ganadero) que taurinamente proviene de la familia Llaguno. Para mí, don Antonio fue un genio. Haber hecho lo que hizo partiendo del poco ganado que llevó de España, y lo que en esos momentos estaba viviendo, el de ser un verdadero genio de la ganadería".
Dentro de la lógica uniformidad que en México ha dado el predominio casi absoluto del encaste Saltillo, cada ganadero mantiene una no menos lógica línea personal de trabajo. La suya Garfías la explica así: "Yo he intentado conservar intactas las características de la sangre Saltillo. En primer lugar, su fiereza característica; después he buscado que mantenga la continuidad en sus embestidas, que no sea un toro que se pare o se caiga, sino que sea un animal pronto en su arrancada".
Algunos públicos han considerado como defecto que, de salida, sea un toro abanto, aunque cuando se le centra siempre va a más. A mí siempre me enseñaron que en el toro de lidia no importa tanto como empieza, sino como acaba. Es decir, que vaya de menos a más. Para nosotros el toro debe terminar con una gran calidad, tener ciento ochenta muletazos y no importa si en el comienzo de su lidia ha sido más o menos abanto.
En las becerras exijo, sobre todo, prontitud y continuidad. Si estas dos características, las vacas no me sirven, porque se vendría abajo la ganadería. Prontitud y brío para ir al caballo, porque si en ese momento de su lidia lo tienen, luego lo mantendrán también en la muleta. Características, junto a la fiereza que también exige al toro. No habla Javier Garfías nunca de bondad, o de nobleza, acaba pasándose de nobleza, así las ganaderías no perduran. cuando se le quite la fiereza al toro de lidia se acabará la fiesta de los toros.
No olvidemos nunca que, antes de nada, el toro es una fiera, que debe transmitir sensación de miedo al público. Que hermoso es estar sentado en el tendido y ver embestir a un toro con fiereza. Este toro puede llegar a ser molesto para el torero, pero yo no selecciono pensando en éste, sino que lo hago pensando en que mi ganadería dure y perdure. Durar y perdurar, dos notas que aparece con frecuencia en la convesación con Javier Garfías.
En estos casi 67 años, como es lógico pensar, la ganadería Garfías ha pasado por distintos momentos, aunque el propietario señala como nota común e importante la continuidad. A mí no me interesan las ganaderías que están en candelero cuatro o cinco años. Las que valen, creo yo, son aquellas que se mantienes treinta años en primera fila. Yo no creo que las ganaderías deben tener buenos momentos, sino que deben mantener una uniformidad para perpetuarse. Y, aparte de esto, que las ganaderías rieguen sangre en otras vacadas que a su vez se mantengan en primera fila. En la actualidad (añade Javier Garfías), se podría considerar que un sesenta por ciento del toro bravo mexicano desciende, poco o mucho, de mi ganadería.
Entre otras están, la de mis hermanos Pepe y Marco Garfías, la de Manolo Martínez....y así bastantes más.
Conversación dada con Javier Garfías el 5 de Febrero de 2003.
Don Javier fallece en Noviembre de 2005, a causa de una disfunción hepática, a los 76 años de edad.
Fuente:José Luis Ramón.