Luis Bolívar y una cabra descastada a prudente distancia. Foto El Pulso de San Luis Potosí. |
Alguien de adentro parece estar enfocado en acabar con la fiesta brava antes que los antitaurinos, no sabemos bien para que organización animalista trabaja este seudo-taurino, si trabaja en solitario o esta acompañado de otros taurinos, el caso es que parece que están haciendo muy bien su trabajo, ya que la primera corrida de feria de la FENAPO ha sido para apagar las luces y decir no va mas…
San Luis Potosí, S.L.P. Plaza “El Paseo”.- Para que se consumara el fraude en su totalidad se eligieron cinco cabras de Carranco y una de Santa Fe del Campo. Estos antitaurinos con piel de taurinos saben bien que el protagonista debe ser el toro, pero si el toro sale disminuido como anoche, la Fiesta pierde su sentido y se derrumba.
Todos los astados, salieron sin trapío, sin pitones, con graves sospechas de afeitado, inválidos y descastados. Es decir, un petardo. Cuando no hay toro, no hay espectáculo. En San Luis, no hubo ni primero ni segundo tercio, y el último fue una caricatura del arte de torear. Una corrida, en fin, profundamente manipulada.
Salía el toro -es un decir-, y todos pendientes para que no se cayera. El matador lo recibía con suavidad, para no molestarlo, y que salgan los picadores. (En toda la tarde, nadie toreó con el capote). Y los picadores listos con la jeringuilla para que no toquen al animalito, que es de barro, porque estos animales producen pena, en lugar de respeto.
Para redondear el desastre la empresa anuncio a un torero colombiano de nombre Luis Bolivar, que llegaba con fama de valiente precedido por matar encierros de Victorino y Miura en su currículum, solo que aquí vino a lidiar una becerrada infame. Después de zumbarse los victorinos esto habría sido para Bolívar como un día de campo pensara usted, pues todo lo contrario, Bolívar anduvo ventajoso y con algunas precauciones.
El colombiano se enfrentó (¡qué verbo más fuerte!) a dos inválidos a los que les hizo una labor de enfermero, porque no tuvo más que empujarlos al desolladero. Intentó justificarse como si él no tuviera la culpa de nada y la afición (es un decir) que fue también cómplice silenciosa de esta estafa, le regalo una oreja de su primer animalito.
Los dos de Arturo Macías le permitieron estar voluntarioso, pero muy vulgar. Su primero era un juguete, al que pasó sin despeinarse y sin emoción. No servía ni para carretón de entrenamiento. Al segundo lo toreó despegado, sin reposo, y abusó del pico. De todos modos, agradó al público y casi impidió el naufragio de la noche.
Sergio Flores ejerció de paramédico de ambulancia para evitar que sus toros no se cayeran de la camilla; anduvo valiente, pero cómplice, al final, del bochorno.
No hay derecho a semejante desvergüenza. No es justo que estafen a la afición con tan evidente descaro. Y el problema, claro, es que, finalizada la corrida, se acabó la rabia; muerto el toro, cada uno a su casa y hasta la próxima.
Resulta lamentable comprobar cómo todos -desde la autoridad hasta los toreros- son cómplices de la estafa. ¿Dónde está el honor de la ganadera de Carranco? ¿Dónde está la dignidad de los empresarios? ¿Dónde la de los apoderados maniquís?
San Luis Potosí, S.L.P. Plaza “El Paseo”. Primera corrida de feria.Menos de media plaza. Toros de Carranco y uno de Santa Fe del Campo(4to) todos sospechosos de pitones, muy blandos y mansos. Luis Bolívar:Oreja y palmas. Arturo Macías: Silencio y vuelta tras petición. Sergio Flores: Silencio tras aviso y silencio. Al finalizar el paseillo se rindió un minuto de silencio en memoria del ganadero Marco Garfias.