domingo, 16 de noviembre de 2014

EL QUE SABE SABE Y LOS QUE NO…. «Tantos toros se van por culpa de los toreros. Muchísimos»

PorJuan Cruz Gastón.

En mis ratos libres, ya saben, donde mejor se está es en casita, tengo como costumbre arraigada, sentarme en ‘mi’ sillón preferido, enchufar la tele y coger el periódico. Por lo general leo y apenas me entero lo que dice la pantallita, pero a principios de esta semana me quedé viendo parte de una entrevista en un canal de toros a un ganadero,Victoriano del Río.
No es que estuviera pendiente de lo que hablaban, pero me sonó una frase como interesante que decía el ganadero. Me encaré con la pantalla dejando de lado al Diario LA RIOJA. La verdad es que enganchó, sencillamente porque el criador de reses bravas, expuso su teoría -para mí verdadera al cien por cien- sobre los toros bravos y sus posibles cambios durante la lidia. Cambios, muchas, muchas veces a peor según manejen los toreros, subalternos y matadores los engaños. Y muy pocas veces a mejor, pero que sucede en ocasiones puntuales y que, a decir verdad, la mayoría de los espectadores ignoran las causas por las que el toro durante la lidia ha ido a mejor, lo que se conoce en el argot como ‘romper a bueno’. Frase que no me gusta escrita por los sabios del toreo, algo bastante raro porque casi siempre, lo ‘malo’ siempre viene de parte del toro y lo bueno de parte de la figura porque, eso sí, si el que está delante es uno de los mediocres, la valoración no es la misma.
El ganadero desarrolló su teoría detalladamente de por qué se producen cambios durante la lidia, matizándolos, para un servidor con conocimiento amplio del tema. Un toro de salida, corretón y suelto, no puede calificarse hasta que no se le fije en el capote. La suerte de varas es fundamental para el siguiente tercio. Cómo se hace, cómo se coloca al toro, el castigo que recibe, cómo se le saca del caballo, todo esto influye en el tercio final.
El segundo tercio sirve perfectamente para calibrar lo que puede venir o debe venir en la muleta del torero que suele fijarse mucho, en los pies del toro, si espera, si se acuesta por alguno de los pitones, si corta terrenos queriendo cerrar la salida al torero al colocar las banderillas.
Llegado el tercio final. Se ve con frecuencia que el diestro brinda al público. Sin duda, si lo hace, no creo que quiera fracasar, más bien lo contrario. Lo vi este año en la feria del Pilar. Un torero brinda la muerte de un toro a la plaza. Los dos primeros muletazos, después de las probaturas, se desplaza el morlaco siguiendo el engaño con embestida humillante. No se ha equivocado el torero pensé. Se coloca para una serie por el pitón derecho. Cita, se arranca el toro y se produce algo que me extrañó: no templa debidamente, quitando el engaño en mitad de la suerte. El toro se para, lo ‘toca’ y se arranca. Se repite el cite y pasa lo mismo, le quita el engaño, falta de temple, y se para. Después ni un muletazo decente.
El ganadero lo matizó muy bien. Eso no lo ve el espectador y muy pocos aficionados lo ven. Tantos toros se van por culpa de los toreros. Muchísimos.

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