EL REJONEO: ORIGEN, EVOLUCIÓN Y NORMAS
(Capítulo 1)
Capítulo 1
Origen del toreo a
caballo
“Es la fiesta de Toros escuela de guerreros y
yunque donde se forjan los más valerosos caballeros”
Fernando Villalón
Mucho antes de que Portugal surgiera como
nación, Estrabón, historiador griego nacido en el año 58 a.C., se refería a
Lusitania escribiendo de esta manera: “Los pueblos del litoral de la península
acostumbran combatir a caballo a los toros, que en Iberia, tienen furia”.
Sin embargo, el toreo medieval, que consistía
en el alanceamiento de toros a caballo, es
por su continuidad hasta nuestros días, la verdadera raíz del rejoneo, su
práctica va del año 732 a 1492, cuando la caballería se torna relevante en
España y Portugal durante la guerra de reconquista y fue concebida para el
adiestramiento de la caballería la cual tenía un rol preponderante en la
sociedad feudal, para posteriormente convertirse en práctica cortesana para el
solaz esparcimiento de la aristocracia y en espectáculo palaciego para
conmemorar eventos cívicos y sociales, en los cuales los aristócratas eran los
únicos protagonistas y el pueblo simple espectador.
En 1567, por la muerte de un sin número de
caballeros cristianos, que el papado consideraba defensores de la fe, El Papa
Pío V prohibió los alanceamientos, sin embargo esta proscripción fue
prontamente abolida por su sucesor, el Papa Gregorio XIII en el año de 1575, y
después de varios alegatos en pro y en contra entre el papado y la corona de
España, prevaleció el criterio de esta última y los alanceamientos continuaron
y no fue sino hasta el año de 1700 cuando en España desapareció el rejoneo, por
el arribo a la corona Ibérica de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, que
recibió el trono de España por herencia de Carlos II “El Hechizado” y que reinó
bajo el nombre de Felipe V, este soberano que pertenecía a la dinastía de los
Borbones detestaba las fiestas taurinas por se ajenas a sus costumbres, lo que
motivó que la aristocracia española se apartara de la práctica del toreo a
caballo, propiciando no obstante el toreo a pie, al que patrocinó la monarquía
por razones políticas y con el deliberado propósito de ganarse la buena
voluntad del pueblo español, que era y es muy amante de la tauromaquia. La lida
a pie era hasta entonces meramente complementaria de la lidia a caballo en la
cual los caballeros eran los únicos protagonistas de importancia. Sin embargo
la modalidad pedreste solía practicarse en fiestas patronales de las regiones de Aragón, Navarra
y posteriormente en Andalucía.
Unos de los mejor razonados estudios para
cimentar esta tesis, es que el que hace el erudito escritor Carlos Fernández
Valdemoro, mejor conocido como “Pepe Alameda” en un análisis muy bien
sustentado sobre este particular, en su libro “El Hilo del Toreo”, en el que
establece lo siguiente:
“Sin en caballo no se hubiera producido el
toreo; en el orden de lo determinante, el caballo es primero, la necesidad
creada por la guerra de adiestrar y mantener a punto la caballería, dio
nacimiento al toreo”.
En virtud que desde la temprana edad media, la
caballería, que constituía la fuerza armada más poderosa de la época, fuera el
sostén del sistema político, económico y religioso de la cristiandad y el
caballo su arma fundamental, es indiscutible que el caballo, la guerra, y la
necesidad de tener a punto la caballería mediante la práctica de los ejercicios
castrenses, dieron origen a la tauromaquia, la cual heredó las reglas de la
caballería.
Paradójicamente el arribo de FelipeV, de Anjou a la corona de España fue celebrada con corridas de toros que se celebraron en la Plaza Mayor de Madrid |
Dado que en tiempos de paz la ociosidad
embotaba la habilidad de los caballeros y mermaba las destreza de los caballos,
se buscó un elemento que supliera al enemigo en batalla para practicar la
guerra y se descubrió que el toro era ese indispensable elemento. Por lo que el
alanceamiento de toros era ideal para los ejercicios castrenses ya que el toro
siendo un animal de gran bravura y acometividad, a pesar de ser salvaje y
habitar en los montes, podía ser trasladado a recintos cerrados para ahí
practicar la guerra y poner a punto la caballería.
Esta particularidad de los toros alentó a los
caballeros a procurarlos y conservarlos para su entrenamiento en los reducidos
tiempos de paz, lo que inició, de paso, la cría y selección del toro bravo.
Estos ejercicios o simulacros de guerra
originaron el perfeccionamiento de la técnica ecuestre que sirvió a los
caballeros para el éxito de las batallas y desde luego les di la habilidad para
matar toros bravos sin arriesgar tanto su vida ni las de sus valiosas monturas,
pues es sabido que un jinete adiestrado a la alta escuela puede vencer a cinco
jinetes o más que carezcan de este adiestramiento, y no se diga de los que
sepan torear a caballo.
Habiendo depurado la técnica ecuestre y
teniendo a la mano suficientes toros bravos, los caballeros de antaño, que
prácticamente no hacían otra cosa que la guerra, se aficionaron al
alanceamiento de toros, práctica que pulieron hasta modificar su carácter
bélico, lo que consiguieron trocando la lanza, arma castrense, por los rejones
y banderillas, instrumentos civiles, transformando de esta manera el alanceamiento
guerrero, en un espectáculo civil para su solaz esparcimiento.
La metamorfosis que dio origen al rejoneo y
posteriormente al toreo a caballo, hubo de haberse originado a principios del
siglo XVII. Y aunque la fecha de transición entre al alanceamiento y el
rejoneo, es decir el momento del cambio entre el alanceamiento con fines de
entrenamiento castrense y el rejoneo por motivos esparcimiento y reconocimiento
cortesano no está definido con exactitud cronológica, se cuenta con
innumerables relatos de los acontecimientos reales y religiosos, además de
documentos gráficos en los que se describen los festejos taurinos que se
celebraron para tales conmemoraciones y que todavía en el último tercio del
siglo XVI consignaban la práctica del alanceo de toros por caballeros alanceadores, como lo fue la crónica de las
fiestas organizadas por Felipe II de España en 1578, en honor del Rey Don
Sebastián de Portugal, monarca aficionadísimo a la tauromaquia, quien ordenó
levantar una plaza de toros, exclusivamente para participar en estas fiestas,
en las que se dio gusto alanceando toros.
Sin embargo y en el siglo XVII se plasman en los grabados de la época y se relatan en
las crónicas cortesanas el uso del rejón en la práctica del toreo a caballo durante
las conmemoraciones reales y religiosas. Por lo que se puede aventurar como
fecha del cambio, los primeros años del siglo XVII. Ejemplo de lo anterior son
los grabados existentes de la corrida de la plaza del mercado chico de Ávila,
que se celebró con motivo de la beatificación de Santa Teresa de Jesús, en el año de 1614, en
cuyo festejo los caballeros actuantes portan rejones y no lanzas. Así como los
grabados de las corridas de la Plaza Mayor de Madrid que datan también del
primer tercio del siglo XVII, cuando todavía reinaba Felipe III, monarca que
mandó construir dicha plaza en el año 1617 y en cuya explanada, hecha para
festejos reales, se celebraban las fiestas de rejoneo que dieron lustre durante
todo su reinado a la corte de Felipe IV, quien ascendió al trono en 1621, como
consecuencia de la muerte de Felipe III.
Así mismo da constancia del uso del rejón, la
crónica de las corridas de gala que organizó en Portugal En el año de 1619 el
Rey Felipe III de España, que duraron tres días y en la que torearon a caballo,
entre otros caballeros, los lusitanos Don Fernando Mascarehnas (Mascareñas) y
el Conde de Vila Verde, misma que se consigna en varios tratados de la Época.
A partir del año 1640, en virtud de la
influencia de la dinastía lusitana de Braganza, quienes fueron grandes
aficionados al toreo a caballo, se generalizó la práctica del rejoneo en
Portugal, costumbre que se arraigó en todo su territorio, sentando sus reales
en ese país para prevalecer hasta nuestros días.
El toreo medieval o alanceamiento de toros es por su continuidad hasta nuestros días, la verdadera raíz del rejoneo |
Festejo taurino en la Plaza Mayor de Madrid por caballeros rejoneadores en el segundo tercio del siglo XVII |
Nos leemos el próximo Martes 26 de Mayo....