PUERTA GRANDE PARA SEBASTIÁN
CASTELLA EN SU SEGUNDA TARDE EN
SAN ISIDRO.
Madrid. 27 de Mayo. Lleno de No hay billetes. Toros de Alcurrucèn, el tercero premiado con la vuelta al ruedo.
Morante de la Puebla, silencio y silencio.
El Juli, silencio y silencio.
SEBASTIÁN CASTELLA, dos orejas y palmas. Salió por la puerta grande.
Jabatillo, de Alcurrucén, número 145, colorado y Sebastián Castella firmaron un encuentro extraordinario en la segunda tarde del diestro francés en San Isidro. El bravo y noble toro fue premiado con la vuelta y Castella paseó las dos orejas, en una faena redonda de principio a fin y que alcanzó momentos en los que la plaza se puso en pie.
Desde la salida del toro Castella se sintió a gusto con el capote, recibiéndolo con verónicas muy templadas, en las que intercaló alguna ajustada chicuelina. Tras el primer encuentro con el caballo, Castella volvió a torear a la verónica despacio y con gran temple. Ese fue el gran secreto de la faena de muleta, brindada al público desde los medios.
Allí comenzó Sebastián su extraordinaria faena, con un inicio memorable, pues además de varios pases cambiados por la espalda, el toreo por bajo fue soberbio, por la ligazón, el temple y la despaciosidad. La plaza se puso en pie. Tras ese gran arranque la faena fue muy importante, con toreo largo y hondo con ambas manos. Castella se acopló al gran ritmo del toro y su labor fue a más, con tandas extraordinarias. Además, todas las series fueron muy largas, alcanzando la ligazón máxima en todo momento. Con la plaza volcada se entregó en la estocada y su éxito fue redondo, consiguiendo abrir la puerta grande.
Por desgracia, el sexto no le dejó redondear la tarde, porque ese toro falto de clase se defendió constantemente. Castella lo intentó, pero fue imposible hacerle romper en la muleta.